lunes, 10 de agosto de 2020

Polaridades


LA POLARIDAD SON DOS ASPECTOS DE LA MISMA REALIDAD

Para poder contemplar cualquier UNIDAD, siempre la tenemos que dividir en dos polos que solo podremos visualizar de forma sucesiva (primero uno y luego otro). Es lo mismo que ocurre al leer un libro. No lo podemos “leer de golpe” (simultáneamente), sino que tenemos que ir leyendo los capítulos (sucesivamente). De esa “sucesión” nace el concepto de tiempo. Concepto que debe su existencia, al carácter bipolar de nuestra conciencia.

En el dibujo que encabeza este artículo, se muestra claramente el problema de la polaridad y la necesidad de decidir en todo momento. Aquí la polaridad se plantea como “caras o copas”. Ver unas u otras dependerá de si decidimos poner en primer término la superficie blanca o la negra. Las dos formas están presentes simultáneamente, pero solo las puedo visualizar sucesivamente.

No puedo ver la UNIDAD o el TODO simultáneamente (las caras y las copas a la vez), pero si puedo ver el TODO sucesivamente (primero las caras y después las copas, o al revés).

LA SOMBRA
Ahora bien, con cada identificación, que se basa en una decisión, se descarta un polo. Pero lo descartado; que es todo aquello que NO QUEREMOS SER, ni ver, ni admitir en nuestra identidad, va formando nuestro negativo o SOMBRA. Esto es así, porque el rechazo de la mitad de nuestras posibilidades no las hace desaparecer sino que solo las destierra de nuestra conciencia. El polo descartado vive desde ese momento en nuestra sombra.
SIEMPRE QUE AFIRMO “YO SOY ESTO”, ESTOY DICIENDO “YO NO SOY AQUELLO”, Y TODAS ESAS NEGACIONES NUTREN A MI SOMBRA 

Así pues, nacemos como UNIDAD y nos transformamos en POLARIDAD. Esto exige que nos identifiquemos con un polo descartando el contrario. Debemos ser, según lo que dicte nuestro grupo de pertenencia; siempre amables, generosos, intelectuales, éticos, sociables, etc. Aquellos aspectos que no encajen con el sistema de creencias en el que estamos inmersos, serán sencillamente rechazados, reprimidos y “enviados” a la sombra. 

ESTA SERÁ LA DEPOSITARIA DE TODO LO QUE NO “PODEMOS” SER, PERO SOMOS.

LA “MALA” SOMBRA
Con todos esos “desechos” de nuestra identidad oficial, que no tienen cabida “legal” en nuestra vida, y que son “depositados” en la sombra; constituimos nuestro Frankenstein o “alter ego” particular. Crearemos personajes que andarán sueltos por la vida a modo de zombis, habitando una falsa identidad y cuya misión principal será la de “reprimir” todos aquellos aspectos, que por nuestras creencias sean inadmisibles en nosotros.

Por ejemplo, si no se nos ha permitido la manifestación de la más  mínima muestra de desacuerdo o rabia, crearemos el personaje del “hombre bueno y sumiso” (los “buenísimos son “peligrosísimos”  porque están “enfadadísimos”, por haber tenido que “tragar” mucho para ser queridos). Si hemos sido educados en la represión sexual por ejemplo, es más que probable que nos convirtamos en defensores extremos de la moral pública y privada, y así sucesivamente.

Tendrán pautas de conducta muy fijas que atraerán como verdaderos imanes a sus complementarios. Así, siempre que haya un sádico, habrá un masoquista, siempre que haya una madre, aparecerá un hijo … se irán consolidando diferentes melodramas.

Serán personajes sin fisuras, profundamente reprimidos y en peligro constante de “explotar”. Todos hemos oído hablar de personajes públicos; que en un momento dado, gozando de un determinado prestigio, se vinieron abajo al no poder controlar su sombra. Antes o después, se cumple el dicho de “dime de qué presumes y te diré de que careces“.

TENER SOMBRA ES NORMAL Y ESTA, PUGNA POR VOLVER A NOSOTROS, PARA ASÍ COMPLETARNOS

LA INTEGRACIÓN DE LA SOMBRA
La psicoterapia debe ayudar a aprender a gestionar la dualidad luz-sombra, y a “recuperar” lo proyectado en los otros, enseñándonos a ver al “otro”, como un espejo en qué mirarnos, y así aprender a aceptar e incorporar la parte de nuestra sombra que “hemos depositado” en él.

Es absolutamente crucial para nuestro destino físico y espiritual, aceptar, integrar y transformar nuestro lado oscuro o sombra, para poder vivir de forma plena. 

Cuando dejamos conflictos internos sin resolver y aniquilamos emociones, alimentamos a la sombra, y antes o después, estaremos abocados a comportamientos autodestructivos. 

Por eso Jung decía: “prefiero ser un hombre completo, que un hombre bueno”.


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