LA POLARIDAD SON DOS ASPECTOS DE LA MISMA REALIDAD
Para poder contemplar cualquier UNIDAD, siempre la tenemos que
dividir en dos polos que solo podremos visualizar de forma sucesiva (primero
uno y luego otro). Es lo mismo que ocurre al leer un libro. No lo podemos “leer
de golpe” (simultáneamente), sino que tenemos que ir leyendo los capítulos (sucesivamente).
De esa “sucesión” nace el concepto de tiempo. Concepto que debe su
existencia, al carácter bipolar de nuestra conciencia.
En el dibujo que encabeza este artículo, se muestra claramente
el problema de la polaridad y la necesidad de decidir en todo momento. Aquí la
polaridad se plantea como “caras o copas”. Ver unas u otras dependerá de si decidimos poner
en primer término la superficie blanca o la negra. Las dos formas están
presentes simultáneamente, pero solo las puedo visualizar sucesivamente.
No puedo ver la UNIDAD o el TODO simultáneamente (las caras y
las copas a la vez), pero si puedo ver el TODO sucesivamente (primero
las caras y después las copas, o al revés).
LA SOMBRA
Ahora bien, con cada identificación, que se basa en una decisión, se
descarta un polo. Pero lo descartado; que es todo aquello que NO QUEREMOS
SER, ni ver, ni admitir en nuestra identidad, va formando nuestro negativo
o SOMBRA. Esto es así, porque el rechazo de la mitad de nuestras
posibilidades no las hace desaparecer sino que solo las destierra de nuestra
conciencia. El polo descartado vive desde ese momento en nuestra sombra.
SIEMPRE QUE AFIRMO “YO SOY ESTO”, ESTOY DICIENDO “YO NO SOY AQUELLO”, Y
TODAS ESAS NEGACIONES NUTREN A MI SOMBRA
Así pues, nacemos como UNIDAD y nos transformamos en POLARIDAD.
Esto exige que nos identifiquemos con un polo descartando el contrario. Debemos
ser, según lo que dicte nuestro grupo de pertenencia; siempre amables,
generosos, intelectuales, éticos, sociables, etc. Aquellos aspectos que no
encajen con el sistema de creencias en el que estamos inmersos, serán
sencillamente rechazados, reprimidos y “enviados” a la sombra.
ESTA SERÁ LA DEPOSITARIA DE TODO LO QUE NO “PODEMOS” SER, PERO SOMOS.
LA “MALA” SOMBRA
Con todos esos “desechos” de nuestra identidad oficial, que no tienen
cabida “legal” en nuestra vida, y que son “depositados” en la sombra;
constituimos nuestro Frankenstein o “alter ego” particular. Crearemos
personajes que andarán sueltos por la vida a modo de zombis, habitando una
falsa identidad y cuya misión principal será la de “reprimir” todos aquellos
aspectos, que por nuestras creencias sean inadmisibles en nosotros.
Por ejemplo, si no se nos ha permitido la manifestación de la más
mínima muestra de desacuerdo o rabia, crearemos el personaje del “hombre
bueno y sumiso” (los “buenísimos son “peligrosísimos” porque están
“enfadadísimos”, por haber tenido que “tragar” mucho para ser queridos). Si
hemos sido educados en la represión sexual por ejemplo, es más que probable que
nos convirtamos en defensores extremos de la moral pública y privada, y
así sucesivamente.
Tendrán pautas de conducta muy fijas que atraerán como verdaderos imanes
a sus complementarios. Así, siempre que haya un sádico, habrá un masoquista,
siempre que haya una madre, aparecerá un hijo … se irán consolidando diferentes melodramas.
Serán personajes sin fisuras, profundamente reprimidos y en peligro
constante de “explotar”. Todos hemos oído hablar de personajes públicos; que en
un momento dado, gozando de un determinado prestigio, se vinieron abajo al no
poder controlar su sombra. Antes o después, se cumple el dicho de “dime de qué
presumes y te diré de que careces“.
TENER SOMBRA ES NORMAL Y ESTA, PUGNA POR VOLVER A NOSOTROS, PARA ASÍ
COMPLETARNOS
LA INTEGRACIÓN DE LA SOMBRA
La psicoterapia debe ayudar a aprender a gestionar la dualidad
luz-sombra, y a “recuperar” lo proyectado en los otros, enseñándonos a ver al
“otro”, como un espejo en qué mirarnos, y así aprender a aceptar e incorporar
la parte de nuestra sombra que “hemos depositado” en él.
Es absolutamente crucial para nuestro destino físico y espiritual,
aceptar, integrar y transformar nuestro lado oscuro o sombra, para poder vivir
de forma plena.
Cuando dejamos conflictos internos sin resolver y aniquilamos emociones,
alimentamos a la sombra, y antes o después, estaremos abocados a
comportamientos autodestructivos.
Por eso Jung decía: “prefiero ser un hombre completo, que un hombre
bueno”.
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