domingo, 9 de agosto de 2020

Confianza


La confianza generada por sistemas sociales interrelacionados es una riqueza para cualquiera.

La confianza es condición indispensable para la convivencia y para los negocios. ¿Hemos pensado hasta qué punto dependemos de ella?"

La confianza generada por sistemas sociales interrelacionados supone una poderosa riqueza para cualquier sociedad, al igual que la derivada de las leyes sociales y económicas. La confianza es condición indispensable para la convivencia y para los negocios. ¿Hemos pensado hasta qué punto dependemos de ella en nuestras relaciones económicas y sociales? Hacemos un pedido y pagamos una señal por adelantado; entramos a trabajar en una empresa y comenzamos a trabajar sin que cobremos hasta el mes vencido. Tenemos confianza en que los demás cumplirán lo pactado. Esta es la forma más conocida y estudiada de la confianza. 

Pero existe una confianza generada por las relaciones sociales, mucho menos estudiada, que presta servicios y aporta seguridad y que configura el concepto de capital social de una comunidad.

Lyda Hanifan acuñó por vez primera la expresión capital social en 1916. Hanifan, que era un joven educador y reformador social de EE UU, defendió que muchos de los problemas sociales y económicos podían resolverse reforzando las redes de solidaridad. Creía que la comprensión mutua y la vida social -familia incluida- de la comunidad conseguían que los individuos constituyeran una red de relaciones de confianza que beneficiaba a todos. Esas redes sociales estables, generadoras de confianza, constituirían el capital social de esa comunidad. 

Gracias a ella, el individuo satisfaría mejor sus necesidades sociales, mejorando sustancialmente sus condiciones de vida. Como suele ser habitual con los pioneros, su teoría no fue reconocida.

Avanzado el siglo XX se abordó, desde campos diferentes, el activo social que suponen las relaciones de confianza. La Universidad de Michigan introdujo la idea de que el capital social 'es fruto de las relaciones sociales y consiste en la expectativa de beneficios derivados del trato preferencial entre individuos o grupos’. De ahí su concepto economicista como activo que puede producir beneficios futuros. 

También es cierto que esta confianza que genera beneficios comunes puede estar asentada en grupos pequeños insertados en una sociedad mayor, como las minorías o, incluso, sociedades mafiosas. Esa confianza reforzaría la del grupo, pero podría debilitar la general.

Fukuyama nos dice en La Confianza (Trust): 'La gente sólo puede aprovechar las oportunidades económicas si forma comunidades, capital social. La capacidad de asociarse depende del grado en que las comunidades compartan normas y valores, y supediten intereses particulares a los generales. De estos valores compartidos deriva la confianza. 

No basta con leyes, contratos y racionalidad económica; son precisos otros valores: la reciprocidad, la obligación moral, la responsabilidad hacia la comunidad y la confianza’.


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