Hay personas que actúan en la vida conduciéndose por un derrotero
preconcebido, lo que significa que han asumido cierta predisposición a adecuar
su comportamiento tanto individual como colectivo, a los principios y valores
con los cuales se siente consustanciado.
Ser consecuente nos permitirá establecer bases sólidas y confiables que
nos allanen el camino, a través del cual compartir una relación que
paulatinamente nos vaya abriendo los espacios necesarios para que podamos
construir juntos sentimientos de mutuo acuerdo que converjan en el cultivo de
una sólida amistad.
“Se denomina consecuentes a las personas que llevan a la práctica lo que
dicen y creen, aquéllos que son fieles a sus principios e ideas. Para
lograrlo es necesario contar con libertad de conciencia, con respeto por uno
mismo y por los otros, y por sobre todo, aún convencido, aceptar que uno
se puede equivocar.
Tener estas características implica responsabilizarse por lo que pueda
ocurrir a partir de una decisión que se tome, pero quien está seguro de lo que
quiere, lo hace pensando no solamente en él, sino en los demás. De lo contrario
se convertiría en una persona egoísta y despótica.”
Que podamos ser capaces de irradiar por medio de nuestras acciones
diarias la imagen de que poseemos los atributos necesarios como para que
aquellos, que nos encuentran o detectan en los diversos medios en los cuales
interactuamos, puedan, en el intercambio que eventualmente seamos capaces de
establecer, elaborar una armónica y constructiva relación que nos restablezca
la tan necesaria confianza que todos necesitamos.
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