Cuando se trata de asuntos relacionados con la intención de introducir cambios en el rumbo por el cual nos conducimos, es necesario que prestemos una adecuada atención a los factores que creemos intervienen y que nos obstaculizan una adecuada visión de nuestro horizonte.
Lo que resulta claro es que por el rumbo en el cual transitamos no nos satisface, es decir que nuestra tendencia a continuar haciendo las mismas cosas que hemos hecho siempre necesita que demos un vuelco en el timón y por más agradable y placentera que nos resulte la senda a la que siempre recurrimos vamos inevitablemente a cumplir con esa ley, no escrita pero siempre vigente, “de volver a tropezar nuevamente con la misma piedra”
Entiendo que hay algunas decisiones que no son nada fáciles de tomar, por alguna razón hemos dejado nuestras huellas adentrarse en lo profundo del camino, esa ha sido nuestra tendencia y resulta más que evidente que contiene a lo largo de su recorrido muchas situaciones que nos causan placer y a las cuales nos resultarían dolorosas el tener que renunciar.
Es al tenor de estas “tendencias” a las cuales nos referimos, todo cambio que debamos realizar indefectiblemente se darán de frente con “nuestras tendencias” y es muy probable que la decisión que tomemos nos obligue al sacrificio personal de desprendernos de todo aquello cuya apariencia agradable nos conduzca nuevamente a “enterrarnos” en lo profundo de la huella que nos marcan nuestra tendencia.
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