Las vísceras, también llamadas entrañas, forman parte del aparato
respiratorio o del aparato digestivo, como los pulmones, el hígado, el
corazón o el páncreas. La noción de visceral, por lo tanto, está vinculada
a estos órganos, aunque suele utilizarse de una manera simbólica.
Lo visceral aparece vinculado a una reacción emocional muy intensa,
que brota de lo más profundo del interior de la persona (de allí esta
denominación). Se trata de algo que el sujeto casi no puede evitar, ya que está
encarnado en su interior y que escapa a la razón o la lógica.
Las reacciones viscerales suelen concretarse sin ningún tipo de filtro o
control. Por eso es común asociarlas a la violencia o al exabrupto,
lo que muchas veces provoca un profundo arrepentimiento en quienes las sufren.
El término visceral remite a lo que tiene relación con las vísceras u
órganos internos.
De modo figurado suele remitir a formas de ser descarnadas y que se
caracterizan por una profunda emotividad; en este sentido el término guarda
relación ante todo con cuestiones psicológicas. En el ámbito discursivo
ordinario es esta segunda acepción la que predomina, dejando el otro a
cuestiones propias del ámbito de la medicina. En cualquier caso, la relación
entre ambos conceptos se fundamenta en el hecho de hacer referencia a algo
vital y de gran relevancia, algo que dista de ser superficial y capaz de ser
ignorado.
La tríada visceral tiene que ver con la inteligencia del cuerpo, con el
funcionamiento básico vital y con la supervivencia. El cuerpo tiene un papel
importantísimo en todas las formas de trabajo autentico porque devolver la
conciencia al cuerpo afirma la cualidad de la presencia.
El cuerpo existe en el aquí y en el ahora, en el momento presente,
lo que es fundamental para poder realizar un buen trabajo de desarrollo
personal.
Cuando en realidad se habita el centro del cuerpo, éste da una profunda
sensación de plenitud, estabilidad y autonomía o independencia. Cuando se
pierde el contacto con esa fuerza, la personalidad intenta “compensar”
proporcionando una falsa sensación de autonomía. Para encontrar esa falsa
sensación de autonomía la personalidad crea lo que en psicología se llama
mecanismos de defensa.
Los tipos de personalidad de esta tríada procuran resistirse a la
realidad (creando límites para el Yo, basados en tensiones físicas).
Estos tipos de personalidad tienden a tener problemas de agresividad y
de represión; bajo las defensas de la personalidad llevan muchísima ira.
El trastorno de personalidad antisocial (TPA), a veces llamado sociopatía,
es una patología psiquiátrica. Las personas que la padecen no pueden adaptarse
a las normas sociales, como son las leyes y los derechos individuales. Si bien
puede ser detectada a partir de los 18 años de edad, se estima que los síntomas
y características vienen desarrollándose desde la adolescencia. Antes de los 15
años debe detectarse una sintomatología similar pero no tan acentuada, se trata
del trastorno disocial de la personalidad.
Las personas que padecen este trastorno sufren un mal de índole
psiquiátrico, un grave cuadro de personalidad antisocial que les hace rehuir
las normas preestablecidas; no saben y no pueden moldearse a ellas. A pesar de
que saben que están haciendo un mal, actúan por impulso, cometiendo incluso
delitos graves. Es común que se confunda este trastorno con otras patologías
parecidas, como podrían ser la conducta criminal, el comportamiento
antisocial o la psicopatía.
Pero son trastornos, aunque relacionados, de diferentes características,
con otros tratamientos y consecuencias.
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