Hazte la pregunta: ¿Somos realmente libres? Este es uno de los debates
que más preocupa a muchos ciudadanos, especialmente a los filósofos.
Somos capaces de realizar actos libres, pero eso no implica que vivamos
esta libertad en nuestro día a día.
El ser humano es libre para decidir, tenemos esa capacidad, pero no
podemos hacer lo que queramos, nuestra libertad no viene acompañada de la
facultad de conseguir todo lo que deseamos que se cumpla.
Sería un error pensar eso pues confundimos libertad con omnipotencia. En
el mundo estamos para ser como debemos, no como queremos.
Que seamos libres significa que tienes la posibilidad de escoger entre
varias opciones, que puedes decidir qué hacer entre el abanico de actividades
propias de los humanos. Yo soy libre para intentar hacer un IronMan, pero
seguramente mi capacidad física no me va a permitir terminar ni la primera
prueba lo cual limita ese deseo de hacer un IronMan; no obstante, eso no merma mi
libertad en ningún momento
Tenemos capacidad de elegir como ya hemos dicho, pero esa capacidad
genera riesgo, y ese riesgo por lo general nos hace sentir miedo. Por eso, o
tendemos a imitar o no tomamos esas decisiones debido al miedo. Es ante esta
situación por lo que pienso que cabe preguntarse: ¿Somos realmente libres a la
hora de elegir lo que queremos? De hacer sí. De elegir quizás no tanto.
El problema de la libertad es que nos vemos condicionados a escoger bajo
unas circunstancias que no hemos elegido. Que nos vienen impuestas por
distintos factores: experiencias anteriores, limitaciones internas, la cultura
en la que nacemos, etc. Una lectura de todo esto podría ser que la libertad de
hoy es el resultado de lo que hemos sembrado en el pasado.
El individuo es un producto de la sociedad, concretamente las urbanas,
que los fabrica. Si nos fijamos en la historia, o en otras tribus por ejemplo
observamos lo siguiente: miremos a las tribus amazónicas, éstas son menos
individualistas que las sociedades industrializadas. Entre los individuos de la
tribu no hay vidas que sean más novedosas que otras, no hay individuos que
destaquen sobre el resto.
Todos los roles que se detallaron en una tribu están al mismo nivel, por
decirlo de alguna manera.
Con lo anterior quiero decir que la idea de una persona que se quiere
diferenciar del resto es relativamente moderna.
Recordemos lo que pasaba en la antigua Grecia. En ella, el ciudadano que
se sentía demasiado superior, distinto u original se le sometía al ostracismo
que era un tanto cruel. Si en la votación salen más ostras negras que blancas,
el ciudadano era expulsado de la polis por considerar que había tomado un
camino demasiado particular para una sociedad como la Griega, que daba mucha
importancia al mantenimiento de una semejanza e igualdad que garantizara que
todos los ciudadanos de la polis tenían algo en común.
¿QUÉ PODEMOS IR CONCLUYENDO CON ESTO?
Las sociedades son las que van favoreciendo el desarrollo de la
individualidad. A medida que estas sociedades avanzan, se van haciendo más
complejas.
Con esto se van diferenciando los roles y tareas, hoy es mucho más
sencillo diferenciase de los demás. Podemos diferenciar grupos de personas por
la ropa que lleven puesta, o quizás por la forma de llevar el peinado.
Las sociedades que apuestan por desarrollar individualidades lo hacen
así porque creen que estos individuos terminaran ayudando, aportando cosas a la
sociedad que beneficiaran a otros individuos. ¿Se imaginan que hubieran
sometido a Isaac Newton al ostracismo por establecer las bases de la mecánica
clásica o haber desarrollado el teorema del binomio?
Afortunadamente no fue así gracias al avance de la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario