Es evidente que vivimos en una época donde la mente
con su ingenio para construir y desarrollar ideas juega un rol determinante en
nuestra percepción de la realidad y el universo. Todo lo medimos, todo lo
pesamos y analizamos hasta el último detalle, buscamos dentro de las células,
en las órbitas del átomo y esperamos que una partícula nos revele los misterios
y el origen de la materia, teorías, hipótesis y una mente que mientras mas
entiende menos comprende.
Tarde o temprano nos daremos cuenta que con la
lógica no es suficiente para abarcar todos los aspectos de esta experiencia que
llamamos vida. Cuando apreciamos toda la biodiversidad que habita nuestro
planeta es inevitable percatarse de la perfección y sincronía de la naturaleza,
cada parte necesaria e indispensable para la subsistencia de la vida misma, sin
embargo cuando miramos de cerca al ser humano nos topamos de frente con una
fuerte contradicción, somos los únicos seres capaces de desarrollar fantásticas
obras artísticas que muestran lo más sublime de nuestra consciencia y también
bombas nucleares que pueden acabar con toda forma de vida sobre la tierra, una
dualidad que vivimos de forma colectiva y de manera individual en nuestra
cotidianidad, está impresa en nuestro ADN y es lo que hace tan fascinante
transitar por esta experiencia, la aparente “imperfección”.
Es debido a esta complejidad de nuestra consciencia
que se vuelve de suma importancia comprendernos no solo como un ente pensante,
si no como un ser de múltiples facetas, donde por supuesto el intelecto es una
de ellas, pero no la única. Un adulto no es necesariamente una persona que
cumple la edad legal para votar o se gana la vida por medio de su trabajo.
Según Alejandro Jodorowsky; un verdadero adulto consciente es capaz de separar
los cuatro lenguajes que lo comunican con el mundo: el intelectual (con sus
palabra e ideas), el emocional (con sus sentimientos), el sexual (con sus
deseos) y el corporal (con sus acciones).
Es muy común que aun siendo adultos vivamos como
víctimas de carencias que tuvimos en nuestra infancia, confundiendo estos
cuatro lenguajes y no logrando una coherencia entre ellos, pensamos una cosa,
sentimos otra, deseamos otra y hacemos otra, es similar a un carruaje con
cuatro caballos donde cada uno usa su fuerza para ir en direcciones diferentes,
el resultado es que ese carruaje (que somos nosotros) se quede inmóvil, se
bloquee y no avance, esta inmovilidad nos afecta a nosotros cuando no logramos
la coherencia entre lo que pensamos, sentimos, deseamos y hacemos.
La sociedad no es más que el resultado de la suma
de todos los individuos que existieron y existen, si a nivel individual la
mayoría no estamos desarrollados como adultos conscientes, el reflejo global es
el mismo, por eso llenamos salas de cines donde adultos de todas las edades
acuden a ver películas de super-héroes o vamos a la lucha libre o llenamos
nuestro tiempo de distracciones y entretenimiento porque nuestra sociedad no ha
madurado, si pudiera simbolizarlo en una imagen sería la de un niño con traje
de oficinista y una cajita feliz.
www.cyclopea.net/la-sobrevaloracion-del-pensamiento/
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