En la sociedad en que vivimos, la palabra “soledad” tiene
muy mala prensa.
La pobrecita está muy mal vista y todo el mundo parece que huye de ella;
en cambio, unos pocos han descubierto su lado tierno, amable y cautivador.
La soledad no siempre tiene que ver con el sentimiento de
tristeza y la falta de compañía. Hay personas que encuentran en la
soledad una sensación muy cercana a la libertad.
Si eres de los que piensan que hacer cosas solo es aburrido, triste y
que indica carencia, te invito a que sigas leyendo y descubras otra forma de
enfocar este tema.
Si eres de los que disfruta de esos momentos de intimidad, si
saboreas esa sensación de conexión interior y sabes aprender al ritmo de tu
propio ser, seguro que te gustará este artículo, porque te verás reflejado en
él.
Todos, en algún momento, tenemos la necesidad de estar solos,
aunque algunos sólo puedan soportarlo durante unos minutos.
Hay personas que nunca saldrían a comer solos; personas que, si no
tienen amigos disponibles para ir al cine, prefieren ponerse una peli en casa
antes que ir solos.
Estas personas jamás viajarían o pasarían un fin de semana fuera sin la
compañía de alguien más. Puede que ellas no hayan descubierto el placer de
estar con uno mismo.
Cuando uno se permite salir a dar un paseo, pararse a contemplar el mar
o simplemente sentarse en un rincón de su casa sin más compañía que la suya
propia, es posible que empiece a disfrutar de su intimidad, que
valore un silencio y, con el tiempo, quizás hasta desarrolle la capacidad de
ejercitar su vista, atender a los sonidos y, algo más hermoso todavía,
escucharse a sí mismo.
Hay una parte de ti que necesita esos momentos para manifestarse;
¿le vas a privar de hacerlo?
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