Cada uno tiene sus propios problemas y es responsable de su resolución.
En principio nuestros problemas son individuales, nos afectan solo a nosotros.
Cuando formas una familia, cada uno de los miembros asume la responsabilidad, compartida, de los problemas comunes. La familia, como unidad, asume los problemas de todos y se compromete a colaborar en la superación de estos.
El funcionamiento de una familia dependerá del
grado de implicación de cada uno de los miembros.
El ser humano, como animal social que es, organiza sus grupos sociales
imitando este comportamiento. La tribu, sea cual sea su tamaño,
obliga a sus miembros a realizar tareas que repercuten en el buen funcionamiento de
esta.
Al igual que en la familia, cada miembro realiza una labor que acaba
siendo específica de él. El cazador, el agricultor, el ganadero...Cada uno con
su función y cada uno con su responsabilidad. El patriarca, político, asume el
papel de gestor y líder del grupo dentro de la organización tribal,
y por lo tanto, asume la resolución de los problemas de la tribu.
Si llegas a la política, este debe ser tu compromiso. Como el compromiso
de un padre o una madre.
Cuantas veces el amor a nuestros hijos nos hace
prohibirles algo, o no dejarles hacer lo que realmente quieren. No por el hecho
de negarle un placer sino por prevenir un error.
Muchos políticos, con la idea de perpetuarse en un sillón que no se
merecen, toman la postura del padre o madre permisivo, que no niega nada para
no enfrentarse a su hijo o parecer un padre enrollado.
Los que somos padres sabemos que este comportamiento lleva
a nuestros hijos a cometer errores que, a la larga, resultan más perjudiciales que
el placer que reciben.
Tantos años de permisividad, de dejar a los vecinos
construir viviendas ilegales, el primero el amigo del político, de dar
servicios y de aquí no pasa nada, hicieron creer a los vecinos que la ley
terminaba en la entrada del pueblo.
El político tranquilo, durmiendo en su sillón y soñando en que
no lo perdería.
Hoy, el político, irresponsable, durmiendo en otro sillón, tranquilo, a
él no le pasa nada, no le duele nada.
Hoy he tenido que decir a un vecino, con una multa de seis cifras, que
lo suyo no tiene arreglo, que tiene que pagar. Hoy, un vecino, no dormirá
tranquilo. Ni él ni su familia. Ni hoy ni en mucho tiempo.
Yo si dormiré. Y me despertaré más de una noche pensando en él. Les
aseguro, no es agradable.
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