jueves, 1 de marzo de 2018

Demostrar Nuestro Interés


Recordemos que estamos intentando descubrir "reglas" que nos puedan ser de utilidad para influir en los demás, mejorar nuestras relaciones y que nuestras ideas tengan mayor impacto en los grupos humanos donde nos movamos.

La primera regla era "No criticar. No condenar. No quejarse".
La segunda regla era "Demostrar aprecio honrado y sincero"
La tercera regla era "Despertar en los demás un deseo vehemente"

Estas tres normas podrían considerarse como "fundamentales". De ellas se pueden derivar casi todas las demás. Si las dominamos marcaremos una diferencia importante respecto a nuestras relaciones y a nuestra capacidad de influencia. En definitiva, tendremos una herramienta muy potente para lograr nuestros objetivos en la vida, sea cuales sean.

Cuando intentamos conseguir nuevos amigos, mejorar los que tenemos, o simplemente, ser más valorados por los demás, solemos equivocarnos gravemente.

El error se produce si tratamos de impresionar a los demás, de hacer que se interesen por nosotros. Si ponemos el foco en nosotros e intentamos que la gente venga hacia aquí, como polillas atraídas por una luz brillante, obtendremos lo contrario a lo que pretendemos. Quizá atraigamos a alguien, pero de esa forma jamás tendremos amigos sinceros. Los amigos, los de verdad, no se logran de esa manera.

Recordemos una cosa: estamos tratando con personas. Las personas estamos llenas de prejuicios y de necesidades emocionales, muchas de ellas son irracionales. Además, todos solemos tener, de forma natural, cierto grado de "miopía" emocional: nos interesa infinitamente más lo que nos pasa a nosotros que lo que ocurre más lejos. 

Al igual que tú y que yo, la mayor parte de la gente no se interesa normalmente por los demás. Se interesa en sí misma, todo el día: mañana, tarde y noche.

Intentar influir en los demás forzándoles a cambiar su foco de atención es una idea francamente mala.

Además, si nos interesamos por nosotros solamente, tendremos problemas para lograr muchos de nuestros objetivos. Se dice que el individuo que no se interesa por sus semejantes es quien tiene las mayores dificultades en la vida y causa las mayores heridas a los demás.

Para influir en las personas, debemos hacer lo contrario: interesarnos de verdad en los demás.

Si queremos obtener amigos, dediquémonos a hacer cosas para los demás. Cosas que requieren tiempo, energía, altruismo. Da igual quién seamos: obreros en una fábrica, empleados de oficina o incluso reyes, a todos nos gusta la gente que se interesa por nosotros. El genuino interés es la cualidad más importante que pueda tener una persona.

Demostremos nuestro interés cada vez que nos crucemos con alguien. 

Hagámoslo desde el corazón. Si vamos a saludar, saludemos con ánimo y entusiasmo. Si llamamos por teléfono, digamos "hola" con un tono que revele cuán complacidos estamos por escuchar a quien llama.

Nos interesan los demás cuando se interesan por nosotros. Usemos esta misma filosofía en nuestro trato diario con nuestros amigos, jefes, compañeros, subordinados, familiares...

¡Ojo! Nunca está de más recordar que el interés debe ser sincero. Hablando de técnicas para influir en los demás, es fácil caer en la creencia de que podemos ir por ahí manipulando a las personas en nuestro propio beneficio. Esto es lo contrario: nuestras acciones deben beneficiar a las dos partes.


Independientemente de cómo sea la otra persona: antipática, arisca, fría, histérica... siempre podemos mostrar interés sincero en ella, preocuparnos por sus necesidades de forma genuina. 

Todos somos seres humanos y todos tenemos el mismo valor, así que olvidemos nuestros prejuicios con los demás, salgamos de nuestra "miopía" y rompamos nuestra coraza para "dar" interés en vez de esperar a "recibirlo".

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