Recordemos que estamos intentando descubrir
"reglas" que nos puedan ser de utilidad para influir en los demás,
mejorar nuestras relaciones y que nuestras ideas tengan mayor impacto en los
grupos humanos donde nos movamos.
La primera regla era "No criticar. No condenar. No
quejarse".
La segunda regla era "Demostrar aprecio honrado y
sincero"
La tercera regla era "Despertar en los demás un
deseo vehemente"
Estas tres normas podrían considerarse como "fundamentales".
De ellas se pueden derivar casi todas las demás. Si las dominamos marcaremos
una diferencia importante respecto a nuestras relaciones y a nuestra capacidad
de influencia. En definitiva, tendremos una herramienta muy potente para lograr
nuestros objetivos en la vida, sea cuales sean.
Cuando intentamos conseguir nuevos amigos, mejorar los que
tenemos, o simplemente, ser más valorados por los demás, solemos equivocarnos
gravemente.
El error se produce si tratamos de impresionar a los
demás, de hacer que se interesen por nosotros. Si ponemos el foco en
nosotros e intentamos que la gente venga hacia aquí, como polillas atraídas por
una luz brillante, obtendremos lo contrario a lo que pretendemos. Quizá
atraigamos a alguien, pero de esa forma jamás tendremos amigos sinceros. Los
amigos, los de verdad, no se logran de esa manera.
Recordemos una cosa: estamos tratando con personas. Las
personas estamos llenas de prejuicios y de necesidades emocionales, muchas de
ellas son irracionales. Además, todos solemos tener, de forma natural, cierto grado
de "miopía" emocional: nos interesa infinitamente más lo que nos
pasa a nosotros que lo que ocurre más lejos.
Al igual que tú y que yo, la mayor parte de la gente no se
interesa normalmente por los demás. Se interesa en sí misma, todo el
día: mañana, tarde y noche.
Intentar influir en los demás forzándoles a cambiar
su foco de atención es una idea francamente mala.
Además, si nos interesamos por nosotros solamente, tendremos
problemas para lograr muchos de nuestros objetivos. Se dice que el individuo
que no se interesa por sus semejantes es quien tiene las mayores dificultades
en la vida y causa las mayores heridas a los demás.
Para influir en las personas, debemos hacer lo contrario: interesarnos
de verdad en los demás.
Si queremos obtener amigos, dediquémonos a hacer cosas para
los demás. Cosas que requieren tiempo, energía, altruismo. Da igual quién
seamos: obreros en una fábrica, empleados de oficina o incluso reyes, a todos
nos gusta la gente que se interesa por nosotros. El genuino interés es la
cualidad más importante que pueda tener una persona.
Demostremos nuestro interés cada vez que nos crucemos con
alguien.
Hagámoslo desde el corazón. Si vamos a saludar, saludemos con ánimo y
entusiasmo. Si llamamos por teléfono, digamos "hola" con un tono que
revele cuán complacidos estamos por escuchar a quien llama.
Nos interesan los demás cuando se interesan por nosotros. Usemos
esta misma filosofía en nuestro trato diario con nuestros amigos, jefes,
compañeros, subordinados, familiares...
¡Ojo! Nunca está de más recordar que el interés debe
ser sincero. Hablando de técnicas para influir en los demás, es fácil caer en
la creencia de que podemos ir por ahí manipulando a las personas en nuestro
propio beneficio. Esto es lo contrario: nuestras acciones deben beneficiar
a las dos partes.
Independientemente de cómo sea la otra persona: antipática,
arisca, fría, histérica... siempre podemos mostrar interés sincero en ella,
preocuparnos por sus necesidades de forma genuina.
Todos somos seres humanos y
todos tenemos el mismo valor, así que olvidemos nuestros prejuicios con los
demás, salgamos de nuestra "miopía" y rompamos nuestra coraza para "dar"
interés en vez de esperar a "recibirlo".
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