En primer lugar, la tolerancia es la capacidad de
conceder la misma importancia a la forma de ser, de pensar y de vivir de los
demás como si éstas fuesen nuestras propias maneras de ser, pensar y vivir.
Como la verdad absoluta no le pertenece a nadie, cada uno de nosotros
tenemos que interiorizar el hecho de que cada visión particular, creencia o
costumbre puede ser diferente sin que la nuestra sea la correcta. Escuchar,
valorar y respetar las opiniones ajenas nos ayudan a seguir aprendiendo día a
día.
"Nunca te acostarás sin saber una cosa más"
En segundo lugar, la amabilidad es una actitud.
Con esto me refiero a que es una forma de actuar, de comportarse. Ser
servicial, indulgente y tolerante es una cualidad que pone de manifiesto los
buenos modales de cada uno. La amabilidad abarca los conceptos de los que os he
hablado hasta ahora: naturalidad, respeto, prudencia, discreción, sencillez y
tolerancia.
La amabilidad es saludar con una sonrisa al cajero del
super, ayudar a cruzar a los mayores, aplaudir cuando otro cumple su
objetivo... Existen mil ejemplos para poner en práctica y os aseguro que nadie
rechaza un gesto amable.
"Ser amable, es ser invencible"
En tercer lugar, la simpatía como una forma de ser
y de carácter. La simpatía hace que cualquier persona resulte atractiva y
agradable a los demás. De esta forma, genera más simpatía a su alrededor.
Sin embargo, no existe relación alguna entre la simpatía y
la ironía, la mordacidad, la sorna y el sarcasmo, pues fusionar esas
características no hace que la persona sea más chistosa. La simpatía es
comprender al prójimo, interesándonos por su felicidad o su desdicha. Crear un
entorno de cordialidad hace que la comunicación y confianza favorezca nuestras
relaciones personas y profesionales.
La simpatía gusta, provoca que te vean agradable,
encantador/a, afectuoso/a, inteligente, cordial, ingenioso/a, espontáneo/a. En
cambio, la antipatía disgusta, irrita y distancia a las personas hasta el punto
de provocar la ruptura de sus relaciones.
"La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más
luz"
Por último, y no por eso menos importante, la cordialidad.
Una simbiosis entre el buen humor y la amabilidad, aderezado con un toque de
buena educación. Gozar de esta virtud expresa atención, buen gusto, franqueza y
seguridad en la persona, haciendo de ella una persona positiva y alegre,
cargada de afectuosas palabras.
Aplicando la cordialidad en nuestros actos, acciones,
conversaciones, sentimientos y emociones generaremos aceptación y relaciones de
calidad.
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