Cantando, pensando, jugando, rezando, comiendo o haciendo cualquier cosa estamos expresando nuestras formas de ser, de sentir y de pensar: estamos expresando nuestra cultura. ¿Cómo la expresamos? Poniendo en juego una serie de formas culturales escogidas a las que les damos uso y con las que nos identificamos: nos vamos haciendo a nosotros mismos en la práctica de las acciones del día a día.
En ese uso que le damos al vivir la reutilizamos de forma diversa, creando nuevos estilos de interpretar y formas distintas de hacer las cosas.
Cuando las ponemos en práctica nos identificamos no sólo con nosotros mismos -para reconocernos-, sino con los otros. Este acto de identificación y de construcción de uno mismo no es un camino que se recorra sólo en un sentido, pues nos hacemos a nosotros relacionándonos con los demás, pero los demás también se hacen relacionándose con nosotros.
Cada uno de nosotros somos únicos en nuestro hacer. Es
precisamente este genuino uso lo que nos advierte que no somos como el de al
lado, y que no hay nadie exactamente igual a
nosotros: ni mejor ni peor, sólo distinto. Las personas no somos contenedores de
cultura, sino sus usuarios.
El pensar que nuestra cultura podría llegar a determinarnos
en nuestro comportamiento como ser humano nos hace decir cosas como "un
chino es..." o "un gallego diría...". Esta forma de hablar
descubre formas de pensar con las que debemos tener cuidado, pues nos estamos
refiriendo a un estereotipo con
el que equivocadamente -y peligrosamente- pensamos sobre los demás. Estamos
pensando precisamente que la cultura -china o gallega- nos determina hasta el
punto de acabar siendo de una única forma posible. Los grupos no son
homogéneos, son diversos.
Además, la cultura no es diversa porque haya muchos grupos,
sino porque cada grupo es igualmente diverso en sí mismo.
Si no queremos verlo estaremos negando la realidad plural, compleja y rica en
la que vivimos; esto es, la diversidad cultural que precisamente nos
caracteriza como raza humana.
Las contradicciones, los
acuerdos, las negociaciones, las rectificaciones... en definitiva, colaborar y
vivir. Eso es cultura.
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