En el mundo existen dos tipos de personas: las que siempre
se la pasan culpando a los demás por sus propios errores y las que atribuyen
sus fracasos a la suerte.
Debo aclarar que esto no quiere decir que me esté limitando
a clasificar en estos únicos grupos a las personas, lo expongo como un ejemplo
para demostrarte que ambas creencias son erróneas. Es decir, las personas que
culpan a los demás por sus errores, son aquellas que no les gusta asumir la
responsabilidad de sus actos.
La
palabra responsabilidad significa que uno debe tener el poder de su vida y sus
decisiones.
Cuando
le echas la culpa al otro, estás cediendo tu poder personal. ¿Más fácil? estás
permitiendo que la otra persona tenga el poder de controlar tu vida. Un ejemplo
bastante claro para representar este argumento es la típica frase: “tú me
hiciste enojar” y no falta aquella persona que le gusta llevarte la contraria y
responder con un: “te enojas porque quieres”, de ahí también la frase: “el que
se enoja primero, pierde.” ¡Y es verdad! Nosotros decidimos enojarnos. No
responsabilices al otro de tus actos.
Más
bien, debemos responsabilizarnos de las decisiones que tomamos y sobretodo, de
las consecuencias.
Después
están esas personas que piensan que les va mal en la vida porque tuvieron “mala
suerte”.
En
realidad, la suerte tiene que ver con tus pensamientos, ya sean positivos o
negativos.
Si
tienes un mal día y piensas que es porque estás “quemado” o como comúnmente se
conoce el hecho de ser una persona con muy mala suerte, con esas creencias no
vas a cambiar tu día y lamento decirte esto pero, tu día seguirá empeorando.
Definitivamente no creo que
exista la buena o mala suerte, sino que es el cómo decidimos tomarnos las
situaciones.
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