La Senda a recorrer en ese caminar lúcido consiste en atreverse a atravesar los tramos necesarios para
iluminar nuestras sombras, reconocerlas y abrazarlas, transmutando aquello que
nos desconecta de nuestra esencia y nos ancla en el sufrimiento
estéril.
El hecho de tomar
conciencia de nuestros
conflictos internos nos dispone ya en sí mismo a resolverlos.
Encaminarnos hacia
la luz dejando a cada paso
más atrás la oscuridad y lograr comprender, es
el reto más elevado que podemos plantearnos y el regalo más hermoso que ofrecer
a la humanidad.
Un Ser despierto aporta
a su paso todo un abanico de posibilidades, invitando a seguir su estela con su
propio ejemplo y elevando la vibración de todos los que le rodean.
El primer paso de la ruta es decidir amarse a sí
mismo. Estar dispuesto a mirar
hacia dentro.
Observarse con una mirada blanda y tolerante,
desde el amor y la comprensión profunda. Trascender más allá de
los enredos mentales, del ruido externo y de los
mensajes arraigados en el inconsciente.
A partir de esa decisión interna, permitirse desalojar
todo aquello que nos lastra y comenzar a soltar viejos patrones, creencias
limitantes que nos paralizan, liberar emociones reprimidas que nos
condicionan y aprender a gestionarlas de manera inteligente desde un estado de
coherencia.
Aceptar con naturalidad nuestra
multidimensionalidad, reconocer nuestro potencial infinito, nuestro
plan de vida.
Asumir la importancia de la educación para la vida fértil, la
buena muerte y el tránsito lúcido.
Identificar y desmontar miedos. Vivir atentos a
las señales del Universo.
CONFIAR sinceramente en ESO más grande que
nos sostiene. En el plan perfecto que subyace bajo toda circunstancia.
Abrirse a una nueva visión de "la
realidad" que trasciende más allá y da sentido. Ponerse las gafas de ver
bonito.
La evolución es infinita, las rutas alternativas
variadas, los ritmos diferentes, sin embargo todos y cada uno de nosotros
estamos a bordo en un viaje maravilloso. Es hora de empezar a disfrutarlo, a
valorarlo en toda su dimensión, a tomar
las riendas de nuestra propia existencia, a tomar conciencia del sentido de la
vida.
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