Joaquín Salvador Lavado, Quino,
Una forma diferente de aportar y sumarse a la innovación que día a día emerge desde y hacia nosotros revestida de los sueños, sueños que se niegan a despojarse de la ilusión de que todo es posible cuando damos el primer paso con la esperanza reflejada en el rostro,
Los carriles por los cuales transita nuestra vida
no se encuentran prefijados ni mucho menos adheridos a ninguna predestinación
ajena a nuestra propia voluntad de conducirnos, de manera que debemos estar
atentos al volante y evitar colisionar con quienes, como lo hacemos nosotros
mismos, buscamos un espacio en la ruta que nos conduce a donde pretendemos
llegar.
La cultura que nos amamanta desde que iniciamos
nuestros primeros pasos es aquella que nos pregona “el fin justifica los
medios” y su influjo nos hace pensar que para llegar a lo que nos propongamos
alcanzar, la propia competitividad nos obliga a desplazar a quienes nos
“amenacen con su propia sombra”
Esta forma de encarar los acontecimientos va
francamente “a contra pelo” de nuestra razón de ser, esencialmente los humanos
constituimos una realidad social donde la coparticipación solidaria entre todos
nos permite alcanzar los altos niveles de civilidad que nos caracteriza.
En realidad nuestra propia realización depende de
cuales sean las prioridades que nos orienten en la vida, no somos tanto lo que
recibimos, sino que nuestro “ser” se consolida en el desarrollo de nuestra
“capacidad de brindar servicio” a los demás, podemos afirmar sin ninguna duda
que el “ser y el estar” se conjugan en el acto del ejercicio de la solidaridad.
Extendamos nuestras manos para ayudar y dejemos de
lado “los puños apretados” nuestro peor enemigo, el que conspira contra el
bienestar social, que indudablemente es el de todos, reside en no reprimir la
inhumana inclinación al egoísmo.
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