Estamos entrando en una nueva etapa de la historia. Hasta
ahora el progreso de la humanidad ha estado limitado por un mundo físico y
biológico del que no podíamos escapar.
No podíamos pensar solos más allá de los
límites de nuestro cerebro, ni podíamos pensar juntos más allá de los límites de
nuestra organización. Y esos límites no quedan muy lejos ¿cuántas personas
podríamos tener un debate cara a cara sin que se vuelva un caos, siendo capaces
de llegar a conclusiones comunes? ¿10? ¿20? Quizás 100. Nos ha costado un
trabajo titánico dar cada pequeño paso hacia adelante como sociedad.
Ahora, sin embargo, vivimos una explosión de creación de nuevas
herramientas digitales en
la red que nos permiten trascender esos límites. Cada nueva herramienta que se
diseña nos permite pensar e interactuar juntos de maneras que antes no
existían. Y por lo tanto, producir efectos esencialmente nuevos en la sociedad.
Cada herramienta es un nuevo tipo de cerebro digital, que posibilita una nueva forma de inteligencia colectiva. Cerebros funcionando gracias a la suma de inteligencias individuales de todos los usuarios y que gracias a las licencias libres pueden rediseñarse y mejorarse una y otra vez a sí mismos, en un proceso de retroalimentación imparable.
Cada herramienta es un nuevo tipo de cerebro digital, que posibilita una nueva forma de inteligencia colectiva. Cerebros funcionando gracias a la suma de inteligencias individuales de todos los usuarios y que gracias a las licencias libres pueden rediseñarse y mejorarse una y otra vez a sí mismos, en un proceso de retroalimentación imparable.
Si la aparición de la inteligencia humana fue
capaz de cambiar tan radicalmente este planeta, no podemos ni imaginar lo
efectos que pueden producir estas nuevas inteligencias.
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