Hoy quiero hablarles de la percepción humana, esa maravillosa
herramienta evolutiva que nos permite desde enamorarnos hasta sortear
obstáculos que atenten incluso contra nuestra propia vida.
Resulta paradójico que una misma “herramienta” pueda
controlar extremos tan distantes en nuestro vivir, pero ¡así es! A través
de la percepción los seres humanos somos capaces de seleccionar pareja,
reconociendo e interpretando signos casi imperceptibles haciendo más fácil la
selección natural para la conservación de la especie.
También es un mecanismo evolutivo de protección, nos hace
darnos cuenta de los peligros que nos rodean y nos pone en situación de alerta
para ser capaces de reaccionar de la manera adecuada a estímulos agresivos,
haciéndonos retirar la mano de una fuente de calor, cubriéndonos cuando hace
frío…o descargando dosis de adrenalina para sobreponernos a un fuerte impacto
con el único interés de preservar nuestra vida.
La percepción es no solo nuestro proceso de “asimilar” los
estímulos sino es además la manera cómo reaccionamos ante ellos, cómo cada uno
de nosotros nos manejamos o conducimos en el entorno que nos rodea y, además,
es el mecanismo a través del cual realmente convivimos en sociedad. Entonces,
más específicamente, debemos hablar sobre la semiótica de la percepción.
Todos estamos expuestos a una inmensa cantidad de estímulos
a cada momento del día, partiendo por cosas cotidianas y domésticas como el
sonido de un despertador o el “ringtone” que asignamos a una
persona específica y significativa de nuestra libreta de contactos, las luces
de un semáforo, el aroma del primer café de la mañana, el sabor de un postre,
el contacto con la textura de una superficie y hasta los más complejos sistemas
de signos, por ejemplo, un mapa, un manual constructivo, las letras de un
libro, los diagramas informáticos, los datos que refleja un equipo médico para
controlar los valores de la respiración durante una cirugía, etc. No podríamos
reaccionar ante toda esta avalancha de sensaciones sin la herramienta de la
percepción.
Hay que recordar o aclarar que percibir no es sinónimo de
“ver”; vemos con los ojos y a través de un mecanismo también maravilloso que es
la vista, pero no es suficiente. Percibimos a través de los cinco sentidos y
por medio de estímulos que pueden ser visuales, auditivos, gustativos,
olfativos y táctiles, y que tienen muchas más categorías dentro de sí mismos,
volviendo el proceso de percibir algo muy complejo, específico y detallado.
Estos signos estímulos generan en nosotros sensaciones, las
cuales duran únicamente fracciones de segundos para que, al ser asimiladas,
nuestro cerebro las convierta en percepciones, involucrando procesos
cognitivos y otorgándoles significados.
Este proceso continuo e ilimitado es la “semiosis”: la capacidad humana de
asignar significado a todo lo que le rodea. De esta manera es como realmente
nos comunicamos y es así como la fragancia de un perfume significa para
nosotros el recuerdo de una persona en particular, la música y la letra de una
canción nos remonta a un momento importante de nuestra vida… un color nos puede
hacer pensar en una marca específica y un símbolo nos puede comunicar un concepto.
No podemos hablar de semiosis sin aclarar que la semiótica
es el estudio de los signos dentro de un contexto social, por lo tanto ese
proceso perceptivo estará siempre condicionado por las características y
particularidades de cada uno de nosotros.
Percibimos de acuerdo a quienes somos, a nuestra
sensibilidad, carácter y temperamento, a nuestro nivel de estudios,
nuestra identidad cultural, creencias religiosas, ideologías políticas,
tendencias sexuales, género, edad, status social y capacidad adquisitiva, a
nuestras experiencias de vida, sean éstas agradables o no.
Es por eso que un diseño no funcionará de la misma manera
para un público oriental que para Latinoamérica, tenemos un simbolismo
diferente para ciertos colores, palabras y lugares… percibimos diferente.
Por lo tanto, los diseñadores debemos estar conscientes que
al utilizar signos para comunicarnos con grupos y públicos específicos también
debemos tomar en cuenta sus similitudes y diferencias para percibir. De ahí la
importancia de segmentar muy bien nuestros mercados o target y centrar nuestra
atención en el usuario. Por tal razón se recurre a la utilización de
estereotipos que son, en palabras sencillas, la anulación de los rasgos
particulares, agrupando a las personas por sus características generales,
tratando de reducir las individualidades al mínimo para facilitar la
efectividad de este proceso perceptivo y generar la respuesta esperada.
Podríamos escribir muchísimo más acerca de la maravilla de
la percepción pero quizás el punto medular sea que es parte de nuestra esencia,
que está directamente relacionada a nuestro ser individual y que constantemente
está siendo modificada por todos los acontecimientos, pequeños o grandes,
afortunados o no, que marcan nuestra vida. Que con cada nueva experiencia o
cambio al que nos enfrentamos modificamos nuestra manera de percibir y que,
como dije al principio, la percepción es una herramienta evolutiva que nos
ayuda a seguir viviendo y nos permite adaptarnos a nuestro entorno actual, sin
duda no es igual al de ayer y será totalmente distinto al de mañana.
La vida cambia y con ella nuestra situación laboral,
familiar y emocional, por lo tanto, percibimos siempre de acuerdo a nuestra
propia historia.
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