Durante siglos, los científicos creían que la mayor parte del desarrollo
cerebral se producía en los primeros años de la vida y que este órgano
permanecía casi inmutable en la edad adulta. Pero en las últimas dos décadas
estudios científicos, como los publicados en la revista Neuroscience, descubrieron
el fenómeno de la neuroplasticidad: la capacidad del cerebro para permitir que
las neuronas y las conexiones entre ellas estén en constante reciclaje.
Hay indicios razonables que muestran que entrenar la mente y aprender
cosas nuevas puede proteger del declive cognitivo asociado a la vejez, un
problema que afecta, según la OMS, a 35,6 millones de personas y aumenta en 7,7
millones cada año.
El mensaje está alimentando un auge en el mundo de gimnasios cerebrales
digitales. Juan Fortea, vocal del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de
la Sociedad Española de Neurología (SEN), apunta: “El Alzheimer se da en todo
tipo de personas, seas Premio Nobel, presidente de un país o hayas estudiado y
ejercitado tu mente a lo largo de toda tu vida. Aunque esta realidad no va a
cambiar por mucho que entrenemos nuestro cerebro o practiquemos determinadas
habilidades cognitivas, sí es cierto que no es lo mismo golpear a una persona
que está en forma, pesa 80 kilos y está bien musculada, que a otra más frágil”.
Sin embargo, en los pacientes con más reserva cognitiva la enfermedad avanza
más rápido que en los carentes de ella… Parece una contradicción, pero no lo
es. Según el especialista de la SEN, “en estos pacientes los síntomas clínicos
se inician más tarde porque se compensa con su reserva y, cuando esta acaba, la
progresión es más rápida. A mayor reserva, más tiempo sin los estragos que
causa la enfermedad”.
Ejercite la mente
La escolaridad, la dieta y el ejercicio, entre otros, han demostrado su
eficacia a la hora de recargar nuestra reserva cognitiva, pero tener la nevera
llena no está del todo en nuestras manos.
“El coeficiente intelectual está determinado por factores estructurales
que no se pueden modificar, como el volumen intercraneal”, apunta el experto.
¿Entonces, qué papel juegan los gimnasios cerebrales digitales? “Pueden tener
sus efectos beneficiosos, aunque aún no disponemos de la evidencia científica
que nos permita aseverar que este entrenamiento por sí solo sea la solución. Lo
que sí se ha comprobado es que la eficacia o impacto de las intervenciones de
estimulación cognitiva es muy superior cuando se realizan en conjunción con el
ejercicio físico”, responde Fortea.
No es lo mismo golpear a alguien en forma que a una persona frágil. Lo
mismo pasa con el Alzheimer. Varias de estas premisas fueron valoradas por
José Ignacio Bescós y Javier Sánchez, creadores de Unobrain, el primer club on line debrain fitness en el entorno
hispanohablante, que cuenta ya con más de 100.000 seguidores. Dos emprendedores
enamorados de las neurociencias que decidieron hace ahora dos años volcar todas
sus inquietudes en una serie de juegos en línea que permitieran a los usuarios
potenciar sus habilidades cognitivas al hilo de otras iniciativas que ya
existían en el mercado. “Pensamos que lo importante era centrarse en las áreas
cerebrales en las que había evidencias más sólidas sobre el papel del
entrenamiento cognitivo, pero también nos dimos cuenta de que este proyecto
debería contar con un grupo de expertos de distintas disciplinas”, recuerdan
los padres de Unobrain.
Así, en su creación, ha participado un equipo multidisciplinario formado
por neuropsicólogos, ingenieros, programadores, nutricionistas, médicos,
diseñadores y meditadores, además de con la colaboración de la Universidad Rey
Juan Carlos de Madrid (URJC). “El concepto de brain fitness pretende establecer
hábitos de vida cerebro-saludables entrenando el control del estrés, la
neuronutrición y el ejercicio físico”, recalcan. Por todo ello, su programa
gira en torno a cuatro ejes: un gimnasio cerebral con programas personalizados
de entrenamiento compuesto por ejercicios que trabajan de manera lúdica la
atención, la memoria, el lenguaje y la velocidad de procesamiento del usuario;
un programa de control del estrés implementado a través de un dispositivo de
neurofeedback (un casco de electroencefalografía que captura las frecuencias
asociadas a la actividad cerebral y permite evaluar el nivel de estrés); un
menú cerebro-saludable diseñado por nutricionistas y un programa de actividad
física cardiocerebral que mejora las capacidades cognitivas. “Crear un hábito
es difícil, por eso nuestro gran desafío era diseñar juegos que, además de
útiles, fueran amenos, supusieran un reto y animaran a la capacidad de
superación de los usuarios”, reconoce Sánchez.
Paloma Barjola, investigadora del Departamento de Neuropsicología de la
URJC e interesada en la Neurociencia Cognitiva y Afectiva y en la
Psicofisiología, aclara: “En mi grupo realizamos estudios de funcionamiento del
cerebro. Tratamos de averiguar qué áreas están involucradas en determinadas
tareas, como la memoria, la concentración o el lenguaje y, a la luz de nuestros
conocimientos,
asesoramos en el desarrollo de los juegos de Unobrain.
Lo que buscábamos los profesionales es un programa de entrenamiento
cognitivo que no trabaje solo una función, sino que ejercite de forma más o
menos equilibrada la atención, la memoria, la concentración o el cálculo”. Esta
experta admite: “Hemos constatado que los entrenamientos de 15 a 20 minutos
tres días por semana de determinadas funciones cognitivas ayudan a su mejoría”.
Y refrenda sus palabras mencionando un estudio llevado a cabo con pacientes
afectadas de fibromialgia, una enfermedad que causa dolores musculares,
cansancio y falta de memoria. Los datos muestran que, tras una breve
intervención cognitiva en línea, la atención selectiva, la fluidez verbal y la
velocidad de procesamiento mental de estos pacientes mejoran en comparación con
los que no ejercitan su mente a través de esta herramienta.
“Es importante asimilar que, al igual que entrenamos y cuidamos de
nuestro cuerpo para mejorar nuestra calidad de vida y prevenir enfermedades,
trabajar nuestra mente puede que no impida que desarrollemos Alzheimer, pero sí
que preservemos un mayor número de habilidades cognitivas”, recalca la
investigadora de la UJRC. Desde este punto de vista, millones de personas en el
mundo se están inscribiendo (en EE UU se prevé que este sector supere los 2.000
millones de dólares en 2015).
El motivo, según los expertos, es que hay más conciencia de que el
cerebro se desarrolla y se preserva en función de lo que hacemos en nuestras
vidas. Las personas que están envejeciendo ahora son más saludables y desean
mantener sus cerebros vivos.
Fuente: El País.
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