El concepto de desarrollo de la personalidad puede describirse como
el proceso vital por el que transcurre todo individuo donde se establecen unas
bases y directrices de carácter y comportamiento determinadas a partir de las
cuales se conforman los rasgos, valores y formas de funcionamientos organizados
y estables en el tiempo de dicha persona.
Estos mecanismos devienen como referencia para la persona en sus
interacciones con el contexto (ambiental o físico e interpersonal o
social) en el que se desenvuelve habitualmente.
Así, el desarrollo se entiende como el resultado de la confluencia
bidireccional entre unos factores más biológicos o internos (herencia genética)
y otros factores contextuales o externos (ambiente). Entre los primeros se
incluye el temperamento, que se define por una disposición emocional y
motivacional intrínseca e innata que moviliza al sujeto por intereses de
carácter primario.
Por otra parte, los factores ambientales pueden clasificarse en
influencias comunes (normas, valores, creencias sociales y culturales
externamente originadas) y las influencias personales (experiencias y
circunstancias vitales particulares de cada sujeto, como por ejemplo, una
enfermedad).
Puede decirse, por tanto, que a medida que el
sujeto va madurando biológicamente y va incorporando nuevas experiencias y
vivencias externas, va teniendo lugar el proceso de desarrollo de la
personalidad propia.
Otro punto fundamental recae en la relevancia que
posee el contexto ambiental en el que se desarrolla el individuo, el cual
moldea e influye considerablemente en el proceso de adquisición de la autonomía
indicado. Por ello, cada individuo posee sus particularidades y no puede establecerse un patrón universal que
explique este proceso de forma general. Como la mayoría de aspectos
referentes al desarrollo de la persona se caracteriza por su individualidad y
por la diferenciación cualitativa respecto de otros sujetos.
El temperamento hace
referencia a la predisposición emocional y motivacional innata cuyas
manifestaciones se deben a origen biológico o hereditario, más primitivo. Es un
fenómeno considerablemente estable en el tiempo y se halla sujeto en menor
proporción a interferencias étnicas o culturales. Por el contrario, el
carácter, de naturaleza más cognitiva e intencional, deriva de la influencia
ambiental y cultural y es el producto de las experiencias vitales externas.
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