‘Poner el cascabel al gato’ o ‘¿Quién pone el cascabel al
gato?’ (y otras variantes) son de esas frases proverbiales que se utilizan
ante una dificultad y la imposibilidad de llevar a cabo alguna tarea que
acarreará cierto peligro. Un grupo de personas podrán ponerse de acuerdo en la
conveniencia de realizar un acto que beneficiará al colectivo, pero el riesgo
que comporta realizarlo provocará que no haya voluntarios para ponerlo en
práctica.
Se utiliza la figura del gato debido a que dicha expresión se originó a
raíz de una antiquísima fábula que versaba en la historia de un grupo de
ratones que deseaban salir de la ratonera para ir a buscar comida pero que les
era imposible hacerlo debido a que siempre eran sorprendidos por el felino que
habitaba en aquel lugar. Tras reunirse los roedores decidieron que una buena
idea para enterarse cuándo se acercaba el gato sería colocándole a éste un
cascabel, pero ¿quién sería el valiente que se lo pondría?: Ninguno se presentó
voluntario.
Son numerosísimas las fuentes señalan como origen de la expresión
a Félix Lope de Vega, uno de los grandes dramaturgos del Siglo de Oro
español, debido a que dicha fábula estaba introducida en la comedia ‘La
esclava de su galán’ (publicada 1647, doce años después del fallecimiento del
escritor madrileño) y que fue puesta en boca de Pedro (uno de los personajes)
en la escena IX del primer acto:
El cuento viejo ha venido
aquí a pedir de cogote.
Juntáronse los ratones
para librarse del gato,
y después de un largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
guardarse mejor podían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo,
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
«¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?»
aquí a pedir de cogote.
Juntáronse los ratones
para librarse del gato,
y después de un largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
guardarse mejor podían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo,
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
«¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?»
Pero realmente Lope de Vega no fue el primero en escribir dicha fábula,
sino que mucho antes que él hubo otros que también lo hicieron.
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