Sin embargo, el hombre parece haberse topado hoy con este terrible veneno:
el odio, la envidia, el temor, la falta de paz interior, el conflicto constante
entre las fuerzas hostiles que parecen dominar al mundo actual.
Creo que la clave reside en el futuro de la conciencia humana. Este
gran regalo de los Dioses, el don de la conciencia, ha crecido durante millones
de años desde los organismos unicelulares hasta llegar actualmente al estado
humano.
¿Hacia dónde seguimos? ¿Existe algún motivo para suponer que la
evolución de la conciencia llega a su fin con nuestro actual estado
humano? ¿O nos hallamos acaso equilibrados en el umbral de un salto
a un nuevo nivel de conciencia? ¿Por qué motivo debiera la evolución
terminar con nosotros?
Algo que se halla inserto dentro de todo el proceso evolutivo parece
estar empujando a la conciencia a un nuevo salto, que es lo único que puede
asegurar la supervivencia humana.
Es importante recordar la gran diferencia que existe entre este salto de
conciencia y los que ocurrieron con anterioridad. Los animales no
participaron activamente en su evolución hacia los seres humanos; fue una
evolución a ciegas. Pero hoy tenemos, por primera vez, una especie
capaz de cooperar con la fuerza evolutiva, y eso puede contribuir a producir
esa mayor conciencia.
No somos sólo instrumentos ciegos.
Somos individuos conscientes de nosotros mismos, y es allí donde
hallamos la clave de la importancia del esfuerzo espiritual.
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