Todo llega como resultado de hacer otras cosas. Si tú persigues
directamente la felicidad, ésta te elude, pero si haces esas cosas que
realmente son importantes para ti, y progresas en dirección a tus anhelos según
tus valores, te encuentras sintiéndote feliz.
La autoestima también está sujeta a esta ley. Alcanzarás mayor
autoestima estableciendo y consiguiendo objetivos y metas cada vez
mayores.
A medida que avances en tu vida, paso a paso, te sentirás mejor y más
confiado, y capaz de asumir mayores retos. Tu capacidad para alcanzar grandes
logros se desarrolla consiguiendo pequeños logros. De hecho, el hábito de
establecer y conseguir pequeños logros es indispensable para pasar a mayores.
Sólo puedes creer en ti mismo cuando estás absolutamente seguro de que
consigues lo que te propones.
La autoestima no viene de desear, de querer, de pensar; viene de
la certeza, de probarte a ti mismo una y otra vez que tienes lo que hay
que tener para llegar a donde te propones, sea donde sea.
Es un estado mental, una actitud más importante que los
hechos. Pero debe estar basada en hechos. Tu trabajo es tomar las acciones
necesarias para convencerte objetivamente de que eres imparable y capaz de
conseguir cualquier cosa en lo que enfoques tu mente.
Toma conscientemente una pequeña acción diaria durante una semana, una
acción que te apoye en tu autoestima y que refuerce tus cualidades y tus
valores. Sólo una cada día. Y al cabo de siete días, mira a ver cómo te sientes
y escríbelo también.
¿Cómo sería si lo hicieras cada día durante un año? ¿A dónde te
llevaría?
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