domingo, 15 de abril de 2018

Alcanzar Nuestros Objetivos

Vivimos poniéndonos objetivos a lo largo de nuestras vidas, unos más importantes que otros, como una manera de obligarnos a cumplir nuestras responsabilidades y sentirnos bien con nosotros mismos.

Cuando no los logramos, nos acecha una sensación de culpabilidad, acusando a nuestra falta de fuerza de voluntad y autocontrol. ¿Qué papel juegan verdaderamente?

La fuerza de voluntad se utiliza para una variedad de temas: en la toma de decisiones que sabemos son correctas, como limitar lo que comes, maximizar tu rendimiento en el trabajo, la universidad o el colegio, ser bueno con el prójimo, manejar seriamente tus finanzas, etc. Esta es la fuerza para resolver nuestros conflictos internos y hacer lo correcto. 

Aunque no lo crean, depende también de nuestras fuentes de energía diaria. Empieza por la mañana siendo muy potente, pero conforme pasa el día y nuestras tareas se incrementan, se va agotando. Por eso ocurre que a veces por las noches llegamos a casa de mal humor, sin ganas de hablar y con el apetito de un león enjaulado, sobre todo si fue un día complicado. Por otro lado, el autocontrol es la forma de actuar o de cambiar tus respuestas habituales, la acción que determina una buena acción en dirección a tus metas.

Sé que puede parecer fácil determinarse a lograr lo que queramos, pero ¿cuáles son los mecanismos internos o emocionales que nos sabotean para no lograr lo que nos proponemos? La razón más contundente es que muchas veces nos imponemos metas poco realistas. 

La fuerza de voluntad es limitada, por lo tanto, desperdiciarla en búsqueda de objetivos poco realistas solo hará que disminuya la capacidad de cualquier persona a lograr lo planteado como objetivo. Les pongo un ejemplo. 

Muchos nos proponemos bajar de peso y más de una vez optamos por dietas bastante restrictivas, sin nada de azúcar. Hacer esto solo nos condena a romper el objetivo, ¿por qué? Pues porque la glucosa es la fuente principal de nuestro cerebro, que requiere el doble de energía que las demás células del cuerpo. Si baja su cantidad en la sangre, se ven afectados la fuerza de voluntad y el autocontrol, siendo víctimas fácilmente de las tentaciones. 

Esto no quiere decir que tengamos que comer chocolate para tener más fuerza de voluntad; significa que la opción más saludable será siempre una dieta equilibrada, basada en alimentos ricos en nutrientes y carbohidratos consumidos con moderación. Este tipo de alimentación respalda el equilibrio de azúcar en la sangre, que se asocia directamente con niveles de energía constantes a nuestras células, un mejor control del apetito y, sobre todo, una óptima capacidad mental para ejercer la voluntad y el autocontrol a lo largo de nuestro día, por más complicado que sea.

Decidir cambiar tus hábitos poco a poco es la mejor manera de lograrlo. Una dieta balanceada logrará establecer una meta alcanzable a largo plazo para poder hacer uso de nuestro autocontrol al inicio y así apuntar a un estilo de vida saludable. Está comprobado que comer alimentos nutritivos y bajos en azúcar con mayor frecuencia provoca una tendencia a desearlos por el bienestar que iremos sintiendo. 

En otras palabras, una alimentación sana puede no requerir a la larga de tanta fuerza de voluntad. En lugar de fijarte en restricciones, concéntrate en un estado mental de comida saludable, piensa en lo que sí puedes comer libremente, qué beneficios proporciona y todo lo que puedes hacer para agregarle sabor y disfrutar.


En conclusión, la idea es fortalecer nuestra capacidad para cuidar de nosotros mismos y de hacer lo que es mejor para nuestros cuerpos, concentrándonos en hacer más de lo que nos sentimos orgullosos y menos de lo que nos avergüenza.

Aprendamos con autocontrol nuevas habilidades para la vida, especialmente para ir encontrando paso a paso un mejor equilibrio emocional y físico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario