Sí, ya es hora de
que pongamos de moda el esfuerzo, pero el esfuerzo inteligente… Es decir, el
que consiste en aprender a disfrutar de lo que tenemos que hacer sí o sí, algo
tan simple y tan complicado al mismo tiempo.
Durante semanas he
recurrido a frases preciosas de grandes autores y personajes de la historia y,
para mi sorpresa, se han unido un buen número de personas también convencidas
de la importancia de poner de moda el esfuerzo. ¡¡¡Aquí va mi agradecimiento
infinito a todas ellas!!!
Pregunta clave,
¿cómo hacemos para disfrutar o al menos llevar bien eso de hacer lo que hay que
hacer? La respuesta tiene que ver con la libertad; con saber elegir: hacer lo
que me he propuesto, más allá de que en ese momento nos apetezca o no. De
hecho, las palabras esfuerzo y apetecer no hacen buena pareja. Combinan de
forma ideal cuando coincide un esfuerzo que apetece, pero son un problema
cuando están en oposición, y este es justo el esfuerzo que nos toca educar.
En este baile no
pueden faltar ni la motivación ni la fuerza de voluntad. Al hablar de
motivación me refiero a la intrínseca, a la interior, a la que no depende ni de
la zanahoria ni del palo. El psicólogo de la Universidad de Toronto Michael
Inzlicht ha demostrado que, sea cual sea el dominio de nuestro comportamiento,
los mecanismos de nuestra fuerza de voluntad mejoran considerablemente cuando
nuestra motivación es autónoma o independiente, en lugar de estar presionados o
controlados externamente. Así la clave es convertir a la motivación en nuestra
gran aliada.
Con una buena
motivación lo tendremos mucho más fácil si queremos hacer uso de nuestro
esfuerzo y de nuestra fuerza de voluntad. El problema es que hoy día estas
palabras junto con disciplina o sacrificio están infravaloradas e incluso
penalizadas en la actual cultura de la inmediatez. De ahí mi interés por poner
de moda el esfuerzo. Y el esfuerzo es hijo de la fuerza de voluntad, así que si
quieres conocer a su madre, aquí compartía algunas reflexiones para entrenar la
voluntad.
No dar el valor que
tiene la fuerza de voluntad tiene consecuencias y graves, ya que para el
cerebro la fuerza de voluntad opera como un músculo: se fortalece con la
práctica, se fatiga con el uso excesivo o se atrofia con la falta de este.
Podemos decir que la fuerza de voluntad necesita comer y dormir. Goleman la
definió como “la capacidad para diferir o aplazar las gratificaciones de manera
racional y consistente”, y la incluyó como uno de los rasgos básicos de lo que
todos conocemos hoy como inteligencia emocional.
Como bien sabemos,
la ciencia y la historia han demostrado que quienes se han dedicado a cultivar
su fuerza de voluntad, han invertido en su educación y en su felicidad. Apóyate
en ella para alimentar el esfuerzo que te ayudará a llevar adelante tus sueños,
propósitos, obligaciones… y anima a los que te rodean a que lo hagan también.
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