El punto central de
la filosofía de la mente es el problema mente-cuerpo. En su origen está la
pregunta: ¿cuál es la relación entre los estados mentales (o
la conciencia,
lo psíquico,
el alma)
con los estados físicos (o el cerebro,
lo material,
el cuerpo)? ¿Se trata de dos sustancias diferentes?
¿O son lo mental y lo físico una sola cosa? Estas son las preguntas
fundamentales de la filosofía de la mente.
No obstante, las respuestas suscitan
un sinfín de nuevas preguntas: ¿Son libres nuestro pensamiento y nuestra
voluntad? ¿Podrían las computadoras poseer una mente? ¿Puede existir la mente
sin el cuerpo? La filosofía de la mente es por tanto un estudio con
ramificaciones muy diversas.
La primera
formulación clásica del problema mente-cuerpo se debe a René
Descartes.
Pero la reflexión
acerca de la relación entre la mente y el cuerpo se remonta hasta la
antigüedad. Platón defiende un dualismo explícito,
que se pone de manifiesto en su argumentación en favor de la transmigración del alma:
Si el alma sobrevive a la muerte del cuerpo, ha de ser algo diferente de este.
En Aristóteles esto
es diferente. Aristóteles postula un "pneuma",
que, como principio de la vida, se encuentra en todo ser vivo, pero que no es
algo contrapuesto al mundo material y corporal.
En la Edad media cristiana
(escolástica)
la distinción entre el cuerpo y el alma inmaterial es piedra angular del
filosofar. La influencia de la filosofía medieval es evidente en la
formulación cartesiana del dualismo.
La mayoría de las
personas perciben intuitivamente un abismo entre los fenómenos mentales y los
físicos. Esto ha llevado a que durante largo tiempo los puntos de vista
dualistas fueran los predominantes en la filosofía de la mente.
Hoy en día la
mayoría de los filósofos defiende posiciones materialistas.
Sobre esta base
debe no obstante darse respuesta a la cuestión de cómo se explica la conciencia desde
el punto de vista materialista.
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