La esperanza es el alimento
para la existencia, y le da sentido a nuestras vidas cuando creemos que no lo
tiene, cuando la intención pasa por bajar los brazos, o suponer que mágicamente
con solo el transcurrir del tiempo algún alivio llegue a nuestro ser.
Nos ayuda
a salir del lugar de víctima impotente, o cuando aparece la insensibilidad
como una protección necesaria porque el dolor se hace insoportable, o como a
muchos que en algún momento hemos pensado en dejar de vivir como una
salida, ante la falta de esperanza de que era posible algo mejor para
nosotros. Nietzsche afirma que “quien tiene algo porque vivir es
capaz de soportar cualquier como”.
Seguramente mucho de lo que
estamos diciendo hoy no sea algo nuevo pero todos necesitamos
permanentemente recordar, más aún cuando estamos mal, porque solemos
olvidar lo valioso que nos queda y cuanto aún a pesar de todo, podemos.
El deseo de compartir nos
sirve para ayudarnos a forjar fortaleza y esperanza que solos, es mucho más
difícil de alcanzar, lo nuestro no es una enfermedad, es una crisis
existencial que debemos atravesar en búsqueda de un sentido, y nuestro mensaje de
esperanza es que eso es posible.
Quiero compartir algo de lo que he ido leyendo
últimamente referido a estos temas, pero desde otro lugar. En los últimos
tiempos la ciencia ha dado crédito a la conexión entre nuestras emociones y el
ADN, se ha demostrado que la frecuencia vibratoria de nuestras emociones pasa a
través de las células y activa el código genético dentro de la molécula.
Si dejamos de juzgarnos y nos damos el permiso de sentir todas las
emociones, que a veces bloqueamos, mientras más nos permitamos sentirlas,
cualquiera que ellas sean, más sano será para todo el ser.. Cuanto más nos
expresamos comenzamos a utilizar nuestro potencial total para estar
más libres de ser nosotros mismos…..y más libres para sentir esperanza,
Paul Pearsall, psiconeuroinmunólogo, que estudió su propio
proceso de enfermedad terminal a través de la física cuántica, y se ha dedicado
últimamente a investigar transplantados de corazón, sostiene que nuestro
ser está comandado por dos sistemas que piensan por igual: el cerebro y el
corazón, y que el cerebro ha ido logrando que no podamos escuchar al
corazón
.
Dice que el cerebro está concebido como un sistema reactivo
para el mantenimiento de la salud, cuya misión es mantenernos vivos y conseguir
que nuestra vida como individuos sea físicamente lo más placentera posible, se
guía por la energía de la urgencia.
El corazón, afirma él, es un sistema contemplativo y
sensible que piensa con lentitud y sentimentalismo. Que trata de
unir su sutil energía con otros corazones, como un medio de establecer intimidad
en los vínculos. El cuidado, el amor y el relacionarnos son expresiones
del código del corazón.
El cerebro tiene tendencia a la censura crónica, se considera a sí mismo el más importante de los órganos, es impaciente, y si no se cumplen rápido sus objetivos y sus expectativas conduce rápidamente a la ira, y necesita el control de todo.
El cerebro tiene tendencia a la censura crónica, se considera a sí mismo el más importante de los órganos, es impaciente, y si no se cumplen rápido sus objetivos y sus expectativas conduce rápidamente a la ira, y necesita el control de todo.
Hay un constante abuso y exigencia del cerebro sobre el cuerpo y el corazón.
El corazón sabe que el éxito no puede ser perseguido, sino
conseguido como el resultado de una relación con el mundo, más suave,
equilibrada, unida y amorosa. Sabe que ciertos obstáculos de la vida no se nos
han puesto para que los superemos, sino para que nos detengamos y aprendamos a
empezar a ser más que hacer.
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