Muchas personas no creen en la casualidad, sino en la causa
y el efecto.
A pesar de eso, otros tantos, al observar fenómenos que
quedan fuera de su lógica racional, exclaman: “¡Ha sido casualidad!”, “Ha
tenido suerte”…
Esa explicación, sin embargo, no explica lo ocurrido.
Cuando un recolector de hongos sale al campo, sabe que aunque
regrese con uno o dos hongos, encontrará alguno.
Si un científico está investigando una hipótesis, sabe que
encontrará un resultado. Refutará o no su cálculo, pero sabe que llegará a una
conclusión.
A nuestro alrededor, existen múltiples efectos con una o
varias causas, aunque no queramos verlo así.
Todo tiene un por qué… Incluso a lo que aún, no se le ha
dado una explicación científica o racional.
Si existe aquello que se persigue, se halla.
Tan solo, en algún momento, después de buscar, lo
encontrarás.
Algunas personas tardan años en toparse con lo que
escudriñan. Otras semanas y otras unos pocos minutos.
A los que parece que no les cuesta conseguir las cosas que
desean o que buscan, les llamamos afortunados y pensamos que tienen mucha
suerte.
Pero… ¿Tienen suerte o realmente han aprendido a buscar?
La suerte la creas tú mismo. A cada paso que das, una pequeña
chispa de tus deseos, van generando energía a tu alrededor, que atrae lo que
finalmente estabas buscando.
Si mantienes una actitud mental positiva ante los
acontecimientos de tu vida, es más probable que consigas lo que deseas.
Por el contrario, si enfocas tu energía en pensar que nunca
conseguirás nada, eso que no deseas, llegará a ti… Como por arte de magia
aquello negativo en lo que te centras, terminará encontrándote.
Al igual que un explorador experto, sé tú el que maneja tus
búsquedas. No dejes que lo que no quieres, te atrape.
Recuerda: Si existe aquello que persigues, lo hallarás.
Cree en ello.
Y no lo olvides: Quién busca, encuentra.
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