viernes, 13 de abril de 2018

Avanzar Sin Detenerse


La vida es un camino. Visualizarla así es una metáfora usada desde siempre, tanto en  literatura como en psicología. Y todos sabemos que no es precisamente un camino recto y fácil: hay subidas, bajadas, desvíos, y muchos muros que superar. Sin embargo, tenemos que seguir caminando hacia delante.

El problema viene cuando nos apartamos de ese camino, no para dar un rodeo, sino para entrar en una calle sin salida. Sucede sin apenas darnos cuenta, pensamos que es un atajo, una forma de seguir nuestro viaje y, sin esperarlo, acabamos delante de un muro.


Y lo que ocurre es que a veces nos quedamos quietos al final de esa calle, mirando fijamente ese muro, sin entender por qué no hay salida, o esperando a que mágicamente se abra una puerta. Sufrimos porque no podemos seguir caminando, pero no volvemos atrás: Nos quedamos frente al muro, tristes, o golpeándolo con desesperación.

El éxito en la vida no se mide por lo que logras sino por los obstáculos que superas.

Salgamos de la metáfora y volvamos a nuestra vida cotidiana. Hay situaciones y personas que no nos llevan a ninguna parte, que nos dejan en esa calle sin salida.

Hay relaciones de pareja o amistad que no nos hacen ningún bien ni tienen futuro, pero aún así nos aferramos a ellas desesperadamente. Y existen proyectos o trabajos que nos angustian, que no nos aportan nada, pero a los que no logramos renunciar.

Cuando estemos en una situación que nos hace daño y que nos produce infelicidad, hay que detenerse a reflexionar: ¿estoy superando un obstáculo o estoy paralizado en un callejón sin salida?

Si estás intentado saltar esos muros, debes seguir luchando. Pero si estás paralizado, es fundamental reconocerlo para cerrar puertas y soltar todo aquello que te impide seguir tu camino.

En la metáfora consiste en respirar hondo, darse la vuelta, y abandonar la calle sin salida. Sin mirar al muro que hemos dejado atrás. Volver al camino principal, con sus cuestas empinadas, sus rodeos y sus piedras con las que tropezar.., pero al fin y al cabo, con sus avances y con todas sus oportunidades y posibilidades de futuro.

Sin embargo, en la vida consiste en alejarnos de las situaciones o personas que nos paralizan y hacer algo bueno por nosotros mismos. Creemos que duele soltar

Pensamos que no seremos capaces, repasamos mentalmente todo lo que puede salir mal si lo hacemos.
Chocar una y otra vez con esos muros no nos hace fuertes. Nos produce ansiedad, frustración, mal humor, tristeza. Y lo que es peor, desesperanza y conformismo. 

Ese pensamiento de “no puedo hacer nada” o “jamás saldré de esta situación”.

Vamos a darnos la vuelta, a dar la espalda a los muros. Sin culpabilidad por dejar atrás a las personas tóxicas, a los trabajos que no compensan, a las cosas que odiábamos hacer. Sin miedo a lo desconocido y a lo que está por venir.

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