La vida es un camino. Visualizarla
así es una metáfora usada desde siempre, tanto en literatura como en
psicología. Y todos sabemos que no es precisamente un camino recto y fácil: hay
subidas, bajadas, desvíos, y muchos muros que superar. Sin embargo, tenemos que
seguir caminando hacia delante.
El problema viene cuando nos apartamos de ese camino, no
para dar un rodeo, sino para entrar en una calle sin salida. Sucede sin apenas
darnos cuenta, pensamos que es un atajo, una forma de seguir nuestro viaje y,
sin esperarlo, acabamos delante de un muro.
Y lo que ocurre es que a veces nos quedamos quietos al
final de esa calle, mirando fijamente ese muro, sin entender por qué no hay
salida, o esperando a que mágicamente se abra una puerta. Sufrimos porque no
podemos seguir caminando, pero no volvemos atrás: Nos quedamos frente al muro,
tristes, o golpeándolo con desesperación.
El éxito en la vida no se mide por lo que logras sino por
los obstáculos que superas.
Salgamos de la metáfora y volvamos a nuestra vida cotidiana. Hay situaciones y personas que no nos
llevan a ninguna parte, que nos dejan en esa calle sin salida.
Hay relaciones de
pareja o amistad que no nos hacen ningún bien ni tienen futuro, pero aún
así nos aferramos a ellas desesperadamente. Y existen proyectos o trabajos que
nos angustian, que no nos aportan nada, pero a los que no logramos renunciar.
Cuando estemos en una situación que nos hace daño y que nos
produce infelicidad, hay que detenerse a reflexionar: ¿estoy superando un
obstáculo o estoy paralizado en un callejón sin salida?
Si estás intentado saltar esos muros, debes seguir luchando.
Pero si estás paralizado, es fundamental reconocerlo para cerrar puertas y
soltar todo aquello que te impide seguir tu camino.
En la metáfora consiste en respirar hondo, darse la vuelta,
y abandonar la calle sin salida. Sin mirar al muro que hemos dejado atrás.
Volver al camino principal, con sus cuestas empinadas, sus rodeos y sus piedras
con las que tropezar.., pero al fin y al cabo, con sus avances y con todas sus oportunidades y
posibilidades de futuro.
Sin embargo, en la vida consiste en alejarnos de las
situaciones o personas que nos paralizan y hacer algo bueno por nosotros
mismos. Creemos que duele soltar.
Pensamos que no seremos
capaces, repasamos mentalmente todo lo que puede salir mal si lo hacemos.
Chocar una y otra vez con esos muros no nos hace fuertes. Nos
produce ansiedad, frustración, mal humor, tristeza. Y lo que es peor,
desesperanza y conformismo.
Ese pensamiento de “no puedo hacer nada” o “jamás
saldré de esta situación”.
Vamos a darnos la vuelta, a dar la espalda a los muros. Sin
culpabilidad por dejar atrás a las personas tóxicas, a los trabajos que no
compensan, a las cosas que odiábamos hacer. Sin miedo a lo desconocido y a lo
que está por venir.
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