Te encuentras paralizado y te observas a ti mismo de esa
manera, sin embargo en el fondo de ti sabes perfectamente qué tienes que hacer
para levantar tu
ánimo y, sobre todo, qué haría feliz a tu corazón. Sabes
también que está en tus manos dar el paso para continuar, pero no lo haces: has
escuchado internamente qué es lo que necesitas y algo en ti te lo niega. ¿Por
qué ocurre esto?
“Donde no hay ningún miedo, no habrá tampoco ningún
valor, necesario para vivir”
-Leonardo Boff-
El miedo suele ser el causante de la mayoría de
situaciones negativas en las que nos vemos envueltos y superarlo normalmente
nos conduce a grandes alegrías. Es posible que tengas las cosas
más claras que cómo las percibes o también es probable que sepas la respuesta
al siguiente movimiento en tu vida y que sea el temor y el pánico el que te
mantenga quieto en la posición en la que estás.
¿Cómo me siento?
La respuesta a esta pregunta es bastante complicada porque
exige mucha paciencia y cariño con uno mismo: con el fin de responder se
te obliga a ser sincero y hablarte sin tapujos, por lo que puede suponer un
gran esfuerzo emocional de tu parte.
En la posición en la que estás te ves incómodo,
desconcentrado, torpe en tu día a día. Es como si supieras que no estás en el lugar adecuado pero no fueras
capaz de moverte, por lo que el malestar se expande a todas tus
emociones y tu humor se modifica.
La clave: el saber racional y el saber emocional
Todos nosotros disponemos de dos tipos de fundamentos para
tomar decisiones: uno que tiene que ver con la parte más instintiva y racional del cerebro; el otro con
su zona más emocional e impulsiva. La primera de ellas está ligada al control
de las situaciones y la búsqueda de seguridad, por lo que es muy útil en los
momentos en los que se requiere frialdad de actuación. La segunda, como su
nombre indica, está unida a los sentimientos.
“Me gusta la gente sentipensante, que no separa la razón del
corazón.
Que siente y piensa a la vez. Sin divorciar la cabeza del cuerpo,
ni la emoción de la razón”
-Eduardo Galeano-
Reorganiza tus motivaciones y escucha bien hacia dónde
quieres de verdad ir, no hacia dónde deberías ir ya que a veces la
razón no nos deja ser felices. Date el tiempo suficiente para encontrar el
camino que te dicta el corazón y lucha contra tus miedos y tus traumas si
te impiden hacerlo. Puedes vencer y merece la pena vencer: solo así sabrás
que lo que estás haciendo se corresponde con lo que de verdad anhelas.
“Respira con la confiada profundidad que respiraste el
día que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda
más aún. Quédate quieto, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te
hable, levántate y ve donde él te lleve”
-Susanna Tamaro-
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