martes, 3 de abril de 2018

Cultivar Las Buenas Palabras




De palabras se componen los poemas y las canciones, los exordios y las salmodias.

Palabras nos reciben cuando nacemos y palabras nos despiden al morir.

Con palabras añoramos lo lejano y con palabras conjuramos el porvenir para acercarlo a nosotros. «¡Verde que te quiero verde!» – dijo el poeta empleando palabras de color para pintar de esperanza su amor. Y con palabras le respondieron «Y yo dormiré a tus pies para guardar lo que sueñas.»

¡Ay Federico García, llama, llama a la Guardia Civil porque ay de los poetas sin palabras, pero sobre todo ay de nosotros sin las palabras de los poetas! ¡¿Cómo vivir sin los versos más tristes que pudo escribir otro poeta una noche cuando dijo que en las noches como ésa la tuvo entre sus brazos, la besó tantas veces bajo el cielo infinito?¡ ¡Allá los que puedan, yo no!

¿A qué esperar entonces para convertirnos en defensores denodados de las palabras?

¿A qué esperar para cultivar con más ahínco su uso adecuado, rechazando las impurezas que se anteponen al gratificante sonido del vocablo correcto?

Hagamos de las palabras nuestra peregrinación de a diario.

Prodiguemos con ellas lo mejor de nosotros para despertar en aquellos que nos rodean lo que también hay de bueno en ellos.

Trabajemos para que la palabra siga siendo la puerta hacia lo mágico y lo irreal maravilloso, para que nos sirva de vehículo hacia esa meta aún inalcanzada de la comunicación.



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