Sufrir significa
tomar postura frente al propio dolor y esto equivale a estar ´por encima´ de
él.”
El hombre y la
mujer tienen derecho no sólo a la vida, al trabajo, a la alegría, a la paz;
tienen, además, un derecho fundamental que nadie les puede quitar de ninguna
manera y éste se refiere al sufrimiento.
“Porque en el
recto sufrimiento, en el sincero sufrimiento de un genuino destino, se le abre
al hombre una suprema oportunidad, más aún, la más grande oportunidad de
cumplir su propio sentido y darse plenitud a sí mismo.” “¡El dolor pertenece a la esfera más
íntima y personal del hombre.
¡El hombre no
educado por el dolor permanece siempre niño! ¡La última ley de la historia es
el sufrimiento!
He aquí por qué el
crecimiento, la maduración, el enriquecimiento de una vida humana están ligados
al dolor y a la pregunta, ¿por qué sufrir? Tal respuesta no es pronunciada en
voz alta, con altivez, con alegría y soberbia, sino que se manifiesta
balbuceando, a veces con lágrimas que no siempre son físicas, en el fondo del
corazón, en lo íntimo del propio ser. La respuesta que el ser humano sufriente
da a la pregunta sobre el porqué del dolor es siempre una respuesta sin
palabras. Sin embargo, para Frankl, esa es la única respuesta significativa.
Y esto es así
porque el amor y el dolor se gestan y maduran en el silencio. El amor es la
meta última y más alta a que pueden aspirar el hombre y la mujer. La salvación
de la persona está en el amor y a través del amor.
El verdadero amor es el
único sentido capaz de dar vida y vida en abundancia.
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