Apenas un par de semanas antes de su muerte, Stephen Hawking
remitió para su publicación un trabajo científico en el que formulaba las bases
teóricas para comprobar
la existencia de universos paralelos.
Junto al físico Thomas Hertog,
el trabajo póstumo de Hawking brinda las matemáticas necesarias para demostrar
la existencia, o no, de un Multiverso, en el que el Universo en que vivimos
apenas sería uno de múltiples universos surgidos cada uno de su propio Big
Bang.
El genial físico británico afirmaba estar convencido de que
las evidencias de la existencia de universos paralelos están ocultas en la radiación de fondo de microondas, el eco
del calor del Big Bang, y proponía la construcción de una sonda científica
equipada con una serie de sensores específicos y capaces de recoger datos de
esos otros universos a nuestro alrededor.
Anteriores trabajos han llegado a postular zonas de contacto
entre nuestro universo y otros paralelos, pero los cálculos necesarios para
manejar esos conceptos han terminado siempre mostrando una incómoda e
inmanejable serie de resultados infinitos.
Hawking, por el contrario, ha sentado las bases para
transformar la idea del Multiverso en un marco científico comprobable. Una
herencia gigantesca que, de comprobarse experimentalmente, supondría toda una nueva era para la física y el conocimiento humano
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