Es que el lenguaje
oral o escrito expresa nuestra forma de ser y pensar. No solamente muestra la
preparación intelectual, sino todo lo que llevamos adentro, la propia esencia.
El ser humano es el
único que cuenta con este maravilloso recurso para comunicarse con sus
semejantes. Con la letra o con la palabra, llega a los demás; por eso es
importante cuidar el lenguaje como un tesoro valioso.
Décadas atrás, los
profesores de castellano se esforzaban para que sus alumnos tengan un perfecto
dominio del idioma. Hoy día, ya no se profundiza en el arte del lenguaje.
Lastimosamente, los niños y jóvenes cada vez leen menos y esto se refleja en su
forma de hablar.
En los mensajes de
celulares y redes sociales nos damos cuenta de la pésima redacción y el modo de
expresarse muy vulgar de la gente.
¿Cómo se puede
enriquecer el vocabulario? Leyendo muchos libros y todos los materiales al
alcance. Hay que crear Colegios y Universidades, Academias Literarias, Círculos
de lectores, Concursos de poesías, cuentos y novelas. En las plazas, los
sábados se podrían organizar ferias de libros, abaratando los precios y
acompañando con música, teatro y danza.
También los padres
y abuelos deberían ayudar leyendo a hijos y nietos divertidos cuentos como lo
hacían antes, es un hábito que se perdió tal vez por la tecnología que avanza a
ritmo vertiginoso.
Los docentes
cuentan con el aula, que es el sitio donde se producen los cambios. Los padres
en la biblioteca pueden realizar la tarea de formar el hábito de la lectura, es
un trabajo que vale la pena porque parte del éxito de la vida depende del
lenguaje y del relacionamiento con los demás.
Por eso, hay que cuidar las
palabras que utilizamos. El lenguaje no solo muestra nuestra cultura, sino lo
que pensamos y sentimos. Expresa nuestra esencia, lo que llevamos adentro. No
en vano en la Biblia dice que de la “Abundancia del corazón habla la boca”.
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