Observo cuánto se
obstina el ser humano en imponer sus ideas preconcebidas, que toma por verdades
universales.
Detesto la
polémica, que a mi modo de ver no es sino una forma de manipulación mental
mediante la que se pretende imponer y justificar el propio punto de vista, como
si existiera una verdad absoluta. Por mi parte, aprecio la diversidad, que
enriquece, que completa y que nos lleva a reconsiderar lo aprendido. Es sana y
constructiva. Pero para un intercambio así, es necesario que esta disposición
la compartan todos los interlocutores. Y, desgraciadamente, es muy raro poder
vivir un intercambio de este tipo en internet, desde el mutuo respeto por las
convicciones del otro.
¿Hay que recordar
que existen tantos puntos de vista como seres humanos? He volado suficientes
veces para ser consciente de que una escena puede ser percibida de forma muy
diferente según si se la contempla desde el valle, desde la montaña o desde el
cielo. Para reconstruir una imagen tridimensional de un objeto, resulta
imperativo fotografiarlo bajo ángulos diferentes, y no es sino a través de la
complementariedad de estas imágenes como podremos reconstruir el objeto de la
forma más próxima a su realidad.
Debería ocurrir lo
mismo en todos nuestros intercambios. La búsqueda de la diferencia solo puede
hacernos crecer. En este sentido, me gusta conocer a seres diferentes con los
que a veces no comparto más que unas pocas afinidades. No por ello les tengo
menos estima y siento menos gratitud hacia ellos.
Sus opiniones me interesan,
mientras estas no se transformen en juicios inapelables. No es fácil, sin
embargo, buscar la diversidad constructiva sin caer en la polémica estéril…
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