viernes, 6 de abril de 2018

Cosa De Veteranos


Mi querido viejo, pensarás que me gustan mucho las canciones y los versos sobre nosotros los viejos y tienes razón, ¡hay tantas cosas que podemos disfrutar ahora que hemos llegado a estas edades!, entre ellas están las canciones y los versos.

Hablemos del placer de caminar; caminar es una de las más sabrosas actividades humanas; seguramente recuerdas los primeros pasos, los “pininos” (¿de dónde viene esa palabra?) de los bebés que avanzan vacilantes, a veces tropiezan pero siempre están alegres; luego los pasos de los jóvenes que comienzan a conquistar el mundo, pasos firmes, optimistas, y luego los pasos de los adultos, que saben lo que quieren y saben a dónde van.
Seguramente tú pasaste por esas etapas, tal vez no recuerdas tus primeros pasos de bebé, pero sí los pasos apresurados, casi brincando, en tu adolescencia, recuerdas cómo podías subir las escaleras saltando dos o incluso tres escalones, y a veces hasta les ganabas a quienes subían por el elevador.
¿Y los pasos de nosotros los viejos?
Lo primero que sucede, si no tomamos las medidas necesarias, es que parece que nuestras piernas ya no son las mismas; es posible que veas que los muslos y las piernas adelgazaron, aun cuando la barriga siga siendo igual; eso significa que perdiste parte de la grasa que llenaba tus piernas y que los músculos ya no son tan firmes y voluminosos como antes; tal vez haya además ciertas molestias o dolor en rodillas o tobillos, o un dedo que te molesta en las noches o al caminar.
Y puede ser que, casi sin darte cuenta, tus pasos sean ahora vacilantes, pasos pequeños, y tal vez camines con la columna vertebral un poco encorvada, mirando al piso.
¿Es normal esto?, ¡no, de ninguna manera!, caminar así no tiene nada que ver con la edad.
En primer lugar, cuando caminas encorvado no puedes respirar bien y llenar los pulmones de oxígeno, y los pasos breves pueden hacer que pierdas el equilibrio porque tu cuerpo tiene una base de sustentación corta y puedes tropezar o caer.
¿Qué hacer? Recuerda, mi querido viejo, que puedes (y debes) caminar viendo hacia adelante, al caminar erguido te oxigenarás mejor, pero sobre todo, tus pasos podrán ser más firmes, pasos grandes, que aumenten tu base de sustentación al caminar y te permitan sentirte dueño de tu caminar; pasos fuertes, pasos optimistas, pasos seguros, mirando hacia adelante.
“Se hace camino al andar”, dice el poeta; tú tienes por delante mucho camino por andar.
Que nadie te diga que “no se puede”; ejercita tus piernas, disfruta el caminar, rápido o despacio, pero con pasos grandes, firmes, que mejorarán tu salud y te darán más confianza en tu cuerpo.

 


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