Tras el estallido de la última ola de violencia en Israel y
Palestina y la muerte de más niños y niñas, no basta con pedir otro alto al
fuego. Llegó el momento de emprender contundentes acciones no violentas que
pongan fin a esta pesadilla que dura décadas.
Nuestros gobiernos han fracasado. Mientras
hablaban de paz y aprobaban resoluciones de la ONU, han seguido comerciando,
invirtiendo y contribuyendo a perpetuar la violencia junto a numerosas empresas.
Solo hay una manera de frenar este ciclo
infernal de colonización israelí sobre tierras palestinas, acabar con el
castigo colectivo a familias palestinas inocentes y poner fin al lanzamiento de
proyectiles de Hamás y al bombardeo sobre Gaza: hacer que el coste económico de
este conflicto sea tan alto que resulte insostenible.
Sabemos que funciona. Cuando los países de la UE
acordaron unas directrices para no financiar los asentamientos ilegales, el
gobierno israelí tembló. Y, cuando los ciudadanos persuadieron con éxito al
fondo de pensiones holandés PGGM para que se retirara de Israel, hubo una
auténtica tormenta política.
Puede que no parezca una forma directa de
terminar con las actuales matanzas, pero la historia nos dice que incrementar
el costo económico de la opresión puede forjar el camino hacia la paz.
Firma
para exigir a 6 bancos, fondos de pensiones y empresas clave que retiren sus
inversiones de la ocupación israelí de Palestina. Si todos actuamos ahora de
forma estratégica y calentamos la presión pública, podemos conseguir que la
economía israelí sufra un duro revés y darle así la vuelta al juego que permite
que los extremistas sigan sacando provecho político:
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