“La idea de convivir con las y los demás es un instrumento entre
varios para combatir los prejuicios que impiden la concertación. De esta
manera, parecería adecuado que la educación se diera a dos niveles; en un
primer nivel, en el descubrimiento gradual del otro; en un segundo nivel, en la
participación de trabajos en común, con un método de solución de conflictos
presentes. Descubrir al otro u otra tiene una doble misión, una que es enseñar
la diversidad de la especie humana, la otra contribuir a una toma de conciencia
de las semejanzas y la interdependencia entre todos los seres humanos; ello
teniendo en cuenta que el descubrimiento del otro pasa forzosamente por el
descubrimiento de uno mismo o una misma”.
Esto quiere decir que hay que aprender a vivir junto con los
demás en una cultura de paz, respetando los derechos de los demás y, sobre
todo, respetando todas las formas de vida sobre el planeta.
Para poder tener una convivencia pacífica, para interactuar
y conocer a los demás y para lograr trabajar por objetivos comunes, es
importante desarrollar una serie de valores y actitudes como los que se señalan
a continuación:
Desarrollo del autoconocimiento y la autoestima. Tarea
que niños y niñas deben emprender desde la primera infancia.
Desarrollar la empatía, es decir, la capacidad de ponerse en
el lugar del otro. Aquí es importante que niños y niñas tengan la oportunidad
de iniciarse en la empatía, aunque esta no se adquiera en esta etapa, pero sí
se sientan las bases para su desarrollo.
Resolución de conflictos sin violencia. Los niños y las
niñas se ejercitan en la resolución de conflictos haciendo uso del diálogo y el
respeto al otro.
Cooperación. Aprenden a compartir y trabajar en equipo por
un bien común, disfrutando de las metas alcanzadas en grupo.
Tolerancia a las diferencias. Los niños y las niñas se
pueden reconocer como diferentes a nivel personal pero iguales en derechos.
Los niños y niñas deben aprender que cuidar el medio
ambiente es cuidar la vida humana. Es importante, pues, que aprendan que el ser
humano tiene la responsabilidad de utilizar los recursos con sabiduría, de
vivir, no de destruir.
Si destruimos el ambiente, estaremos perjudicándonos a
nosotros mismos y a los demás, incluso a las generaciones futuras. Cuidar el
mundo es cuidarnos. Los niños y niñas tienen que aprender que sus acciones
tienen repercusiones y que, en la medida en que protejamos nuestro ambiente
inmediato, podemos conservar nuestro país y nuestro planeta y garantizar un
legado de supervivencia para las futuras generaciones.
La escuela es un lugar idóneo para que niños y niñas
desarrollen su conciencia sobre el medio ambiente. Tener conciencia ambiental
implica que los niños y las niñas conozcan el ambiente, lo cuiden, lo protejan
y conserven.
Es importante recordar que para que ellos puedan asimilar estos
conceptos y desarrollar esa conciencia se requiere que puedan vivirlos a través
de experiencias significativas y cotidianas.
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