“Mañana prometo que lo hago”. Piensa en cuántas veces has dicho esta frase y el mañana se te ha convertido en una semana, un mes, un año, o incluso en nunca.
El mal hábito de postergar lo que puedes hacer ahora viene de satisfacer nuestra comodidad inmediata (ver televisión, dormir, hablar por teléfono por horas) y esperar hasta el último momento para hacer las cosas que debes hacer ya sea trabajar, estudiar, ir al gimnasio, comer sano, entregar un proyecto, etc.
Algunas de las razones por las cuales postergamos actividades es porque las percibimos como aburridas (lavar la ropa u organizar el cuarto), difíciles porque demandan mucho tiempo o esfuerzo (buscar trabajo, terminar el proyecto, estudiar para el examen), o porque creemos que funcionamos mejor bajo presión. Nuestras percepciones muchas veces son erradas.
Trabajar bajo presión no nos hace mejores trabajadores, por el contrario nos lleva a cometer más errores y no nos permite dar el 100% de nuestro potencial. El reto que debemos afrontar es que el “dejarlo para mañana“ se nos convirtió en un hábito inconsciente del cual perdimos control.
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