De modo muy
parecido a lo que ocurrió con el teléfono y el telégrafo hace un siglo, la
tecnología de la información está transformando actualmente la velocidad y las
maneras en que la gente se comunica entre sí. En principio, con una pequeña
cantidad de equipo cualquiera puede comunicarse con otra persona del planeta en
cualquier momento. En el sector alimentario y agrícola, la información moderna
y las tecnologías de la comunicación encierran un enorme potencial para
compartir amplia y rápidamente los conocimientos en todas las fases de la
cadena alimentaria.
Por ejemplo, permiten la agricultura de precisión: un
cultivo guiado por una información ecológica detallada que reduzca al mínimo el
empleo de agua, de productos agroquímicos y de mano de obra.
Cuando todo ello
se combina con las nanotecnologías que están apareciendo (y que permiten la
manipulación y la fabricación a nivel molecular), la informática puede hacer
posibles también enormes incrementos de la producción.
Sin embargo, el acceso
a las nuevas tecnologías de la información es muy desigual. Incluso en los
países industrializados, los pobres carecen de acceso a los nuevos medios. En
gran parte del mundo en desarrollo sólo unos pocos pueden permitirse el
teléfono, y únicamente un reducido grupo selecto puede acceder a las nuevas
tecnologías.
Además, al igual que la informática puede acelerar una
comunicación constructiva de orden político, comercial y familiar, puede
también hacerlo con fines destructivos. Por lo general, estas nuevas
tecnologías permiten inmiscuirse en las vidas privadas de los ciudadanos en
formas que nunca habían sido posibles hasta ahora.
Cada uno de los
puntos que se han comentado brevemente hasta aquí plantea profundas cuestiones
éticas que la FAO habrá de afrontar en las actividades que le están
encomendadas por su mandato.
Los aspectos topados están inseparablemente
relacionados entre sí. La urbanización y la agricultura industrializada han
intensificado masivamente el comercio mundial, han multiplicado la riqueza
material total del mundo y su prosperidad, han ampliado considerablemente el
ámbito de la alimentación humana, han reducido su costo y aumentado la
abundancia de los cereales básicos, variando el valor dentro del sistema
alimentario y agrícola, que se ha desplazado del campo a los sectores de los
insumos y de las actividades posteriores a la recolección.
Ahora bien, al mismo
tiempo estas transformaciones han planteado nuevos problemas, que son a la vez
materiales y éticos.
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