El crecimiento personal hace referencia a una serie de
actividades que ayudan a mejorar la conciencia de uno mismo y descubrir la
propia identidad, con el fin de impulsar el desarrollo de los propios
potenciales y las habilidades personales y relacionales.
El objetivo es mejorar la calidad de vida y contribuir a la
realización de sueños y aspiraciones individuales.
Crecer como persona es un proceso que dura toda la vida. Por
desgracia, no siempre tomamos el camino apropiado y podemos encontrarnos en una
situación en la que nos sentimos lejos de nuestra propia esencia y vivimos en
piloto automático, distanciados de nuestros sueños, nuestras aspiraciones y
nuestras necesidades.
En esta sociedad que va tan rápida, es fácil dejar de ser
protagonistas de nuestra vida y perder de vista nuestros deseos más personales.
Cuando llegamos a este punto, toca cambiar y conectar de
nuevo con nuestra propia identidad, examinar cómo está nuestro mundo interior y
exterior y cómo nos relacionamos con las personas que nos rodean. Toca pasar a
la acción y transformarse. De esta manera, podemos recuperar nuestro bienestar
y nuestro nivel de autosatisfacción.
Esta transformación comienza en nosotros mismos, porque el
cambio es un proceso individual y personal, y nadie puede cambiarnos si
nosotros no queremos cambiar. Transformar nuestra vida requiere autorreflexión, ser conscientes de nuestra propia capacidad
para lograr nuestras metas y conseguir cambios positivos y duraderos; y exige
compromiso, tiempo, energía y estrategias claras y realistas.
El camino hacia el bienestar y el crecimiento personal
implica lograr el equilibrio y la armonía en nuestro día a día, en la relación
con nosotros mismos y con los demás. Por eso, es necesario observar e
identificar si estamos en el lugar donde queremos estar y si estamos
satisfechos con nuestra vida, y definir qué podemos hacer para mejorar lo que
no nos hace satisface, así es posible trabajar para que ese cambio sea posible.
El bienestar puede entenderse como “estar en el lugar en el
que uno quiere estar”, y aunque esto no sea una constante sino algo dinámico,
que se construye a lo largo de la vida y que puede modificarse en cualquier
momento, sí que puede convertirse en una característica relativamente estable
si conseguimos una buena relación con nuestro interior y con nosotros mismos, y
si nos empoderamos frente a la vida y seguimos el camino que nosotros nos hemos
marcado.
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