Cuando dedicamos algunas líneas para
hablar sobre El Valor Agregado, el pensamiento y la intención nos lleva a
relacionar este término, con factores relacionados con la incorporación de valor
a los productos primarios a través de la transformación de los mismos en
producción final de bienes y o servicios que generen una mayor participación de
recursos humanos y horas hombre calificada.
También se menciona este término
cuando hablamos de política fiscal, de la necesidad de las economías nacionales
de una mayor y mejor redistribución de la riqueza, mediante la aplicación de
tributos que graven la cadena productiva con un impuesto al consumo, el cual es
conocido internacionalmente como: Impuesto al Valor Agregado.
Un tema importante y recurrente que
no se agota, que seguramente su vigencia se mantendrá latente, a medida en que
las economías crecen en complejidad y los efectos de la llamada globalización,
la cual nos amplia mercados pero también nos torna cada vez más vulnerables a
lo que pueda suceder en cada rincón remoto del planeta.
Pero esta vez quiero poner un dique
en la corriente del pensamiento tratando de evitar que el mismo se precipite en
los profundos surcos ya mencionados e intentar un ligero desvío que nos permita
incursionar por algunas sendas menos transitadas pero igualmente interesantes
de incursionar.
Ahora bien, reflexionemos, ¿qué significa para nosotros
nuestra propia vida? Hemos dicho que la existencia es un desafío individual
indelegable, sin duda no existe un desafío más importante, una empresa de mayor
trascendencia, que la de construir con los elementos que estén a nuestro
alcance, una vida digna que nos identifique con los valores inherentes a
nuestra condición de pertenencia a la raza humana.
Sin duda alguna, la vida es un
desafío, y un desafío significa enfrentar la adversidad, correr riesgos,
esforzarse por vencer y luchar hasta alcanzar la victoria, esto es la vida.
Si alguien puede creer que esto que
digo es fácil de realizar, entonces nunca se ha tenido que enfrentar seriamente
con la adversidad, y si nunca se ha tenido que enfrentar seriamente con la
adversidad, no conoce nada de los valores humanos, porque los valores humanos
sólo crecen en medio de la adversidad.
A lo que hayamos recibido, además de
ser gratos por quién nos lo haya proporcionado, debemos agregarle más valor,
multiplicar lo que se nos ha dado y que aún no estamos en condiciones de
devolver, para que podamos ser merecedores de ser llamados dignos de recibir la
gloria del triunfo, esto es El Valor Agregado al que hago referencia en este
artículo.
Podría hablar horas y horas sobre este tema, pero dejémoslo aquí, les
he sembrado unas cuantas semillas de inquietud, el resto es tarea individual de
cada uno.
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