miércoles, 1 de enero de 2020

Añoranzas Mapuches

Tradición latente, ilusión renovada

Más de un centenar de personas concurrió ayer hasta la vera del río Limay para celebrar el Wiñoy Xipantu, o la "Vuelta del Sol", donde la naturaleza cierra su ciclo para dar inicio a uno nuevo.

 “Es que acá se festeja el año nuevo cuando cambia el tiempo en el hemisferio norte, al revés de lo que dicta la naturaleza a nuestro alrededor”, comentó Pety Pichiñam, la Kimeltucefe o educadora mapuche.

Más de un centenar de personas, en su mayoría jóvenes, concurrieron a la ceremonia ataviadas con las prendas típicas del pueblo originario para proseguir con el legado de sus mayores.

Ponchos, binchas, atuendos coloridos y joyas de plata dan significado a la comunicación de los hombres con las fuerzas de la naturaleza. 

Desde temprano, empezaron con la celebración conjunta con el Katan Kawin que es la fiesta de la perforación de las orejas de las niñas de más de 12 años. “Es el pasaje de niña a mujer. Aquí la madre la viste por última vez y adquiere un significado que representa la fertilidad, la posibilidad de ser madre”, explicó Pichiman.

Por su parte, los niños de la misma edad reciben el Lakutuwvn que es la transmisión del conocimiento del abuelo a un nieto a través del nombre originario mapuche encomiándole la responsabilidad de proyectarlo a las nuevas generaciones.

De esta manera se cierra el círculo de la educación de los integrantes de los descendientes del pueblo originario. “Este es un ámbito de formación autónoma del pueblo mapuche.

Fortalecemos aquí nuestro conocimiento de la relación que tenemos con la naturaleza, del conocimiento de nuestra historia, de nuestros antepasados, de sus vivencias en tiempos de libertad como así también en los de angustia y opresión”, agregó.

Los protagonistas
Los jóvenes, con sus ponchos oscuros y sus guardas multicolores fueron los protagonistas excluyentes de la ceremonia. La emoción en sus rostros aparecía cada vez que sus mayores le susurraban voces de otros tiempos a sus oídos. Es el peso del legado de una generación que reivindica, reconoce o recupera su identidad al formar parte del pueblo mapuche.

Como parte del cierre de los festejos los más pequeños danzaron el Choyke Purun que imita la danza del choique representando la vida en comunidad donde el padre y la madre conjuntamente educan a sus hijos.

Integración y reclamos
La ceremonia contó con gente del “pueblo no mapuche” que se acercó para ser partícipe de este acontecimiento que se viene llevando a cabo desde hace mucho tiempo.

 “Para nosotros son bienvenidos aquellos que quieran compartir este momento con nosotros y de ningún modo son “huincas”, como sí lo es el Estado cuando no reconoce nuestros derechos”, señaló la educadora Pety Pichiñam.

El clima de celebración dio lugar también a la realización de algunos reclamos como la falta de un censo territorial indígena que a su vez sea generador de políticas que ayuden a recuperar las condiciones económicas para mejorar la existencia del pueblo mapuche. “Nos han llevado a ser un pueblo empobrecido”, añadió Pichiñam.


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