Cuando tú me mencionas que según tu parecer,
experimentar no es rumiar, pues consideras que el proceso de analizar
consecuencias de un acontecimiento dado, debe corresponder a otra etapa, y que
la misma, forzosamente, deberá ser posterior al experimento en sí mismo,
te pregunto: cuando nos relacionamos con otras
personas, ¿no necesitamos recurrir a nuestras vivencias pasadas? ¿el cúmulo de
estas vivencias no son las que nos convierten en personas con experiencia de vida?
Ahora bien, veamos, un acontecimiento
cualquiera se torna experiencia cuando es sometido al proceso de comparación
con otros que hayamos tenido, uno puede morir de un tiro certero, pero si no
vive el proceso no se puede considerar experimentado en la muerte.
Experimentar es forzosamente comparar, de manera, amigo/a , que te refugias en el anonimato, te sugiero que comiences " a rumiar" cuanto antes tus experiencias de vida, la criatura humana no debe comportarse cual si fuese una pelota de ping -pong.
En cuánto a la festividad de carnaval en sí, tienes tu mucha razón, he vivido la rica experiencia de llevar muchas veces a mis hijos, a mis sobrinos, y ahora a mis nietos, al carnaval, poseo el humor suficiente para disfrutar con ellos de esa sana alegría, también es bueno reconocer la riqueza creativa de esa expresión cultural que tanto nos gusta a los uruguayos.
Pero, sabes que, mis hijos, mis sobrinos, han crecido, mis nietos lo harán más adelante, nosotros los adultos, cumplimos con lo que se ha transformado en una tradición y revivimos en ellos los tiempos pasados, cuando la inocencia nos hacía ver hadas y magos, payasos y arlequines detrás de cada cara pintada.
Pero mi amigo/a anónimo, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que los niños se fueron a dormir y te has dejado llevar por la ronda de fantasmas, de miedos y miserias que acechan y golpean tu vida cada día?
La reflexión de carnaval publicada, se
refería a los niños que ya no son, a los adultos que quizás sean sus padres o
sus abuelos, una querida amiga me había contado unos días atrás, que su nieta
estaba embarazada, una jovencita, sobrina mía, me comento que ella, con apenas
16 años, estaba embarazada, leo los periódicos y veo los efectos del alcohol y
las drogas, he ido a bailar, a divertirme, y en esa algarabía pude apreciar la
transformación en los rostros de los evadidos, jóvenes y adultos, que una vez,
bajada la cuesta, cuando termina la fiesta, lloran en silencio sumidos en la
depresión.
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