jueves, 6 de agosto de 2020

Nuestro Mundo


Leer nos permite volar, creer que por un instante la fantasía se transforma en realidad y nuestra imaginación se libera y dibuja una y mil imágenes, únicas, nuestras, irrepetibles. De pronto podemos encontrarnos en otro mundo, en otro país, en otra "cabeza", en otra dimensión. 

Los libros nos hacen reír, llorar, emocionarnos. Nos abren la mente, nos sensibilizan, nos permiten descubrir culturas, paradigmas, mil y una historias. Nos dan vocabulario. El legado que nos dejan es invaluable.

Desde hace unos años cada vez son más los padres y docentes que están tomando conciencia de lo importante que es introducir a los niños, desde sus primeros años al mundo de los libros. Y esto se observa en el aumento de consumo de libros infantiles; en la inclusión de un espacio especial para los más chiquitos en las librerías, donde no sólo se ofrece como espacio de venta sino como lugar de detención para que padres e hijos se sienten a descubrir y a compartir libros. 

Los libros ya ocupan espacio incluso en muchas habitaciones de niños, desde su edad más temprana.

Invitar a nuestros hijos a descubrir a diario el maravilloso mundo de los libros y la lectura es fundamental para abrirles una ventana a la imaginación, una puerta al descubrimiento, a la exploración y a la palabra.

Leer en la adultez requiere soledad, silencio y tiempo. Leer en la infancia requiere compañía, voces y dedicación por parte de los mayores. Para que un niño pequeño pueda interiorizarse con el contenido de un libro requiere inevitablemente de la presencia de un adulto, como relator.

En los cuentos infantiles las ilustraciones son las protagonistas y hablan por sí mismas, pero el relato del adulto dándole "vida" a las imágenes hacen del cuento una historia mágica, cautivante y por sobe todo cargada de afecto, que contribuye a considerar a la palabra como un instrumento relevante para la comunicación y el disfrute.

La lectura es un hábito y es en la primera infancia cuando se sientan las bases de la conducta de manera natural y espontánea.

Los libros deben estar presentes en el día a día, al igual que sus juguetes. Es recomendable armar una pequeña biblioteca infantil accesible para que el niño pueda elegir un libro cuando lo desee.

El niño que empieza a tener contacto con los libros desde muy pequeño, antes mismo de aprender a leer, simplemente ojeándolos, según algunas investigaciones, se encontrará más preparado para los estudios y en la vida de una forma general ya que de este modo se estimula su concentración y su actitud de búsqueda.

Como punto de partida es importante que el niño vea que en su entorno está presente el hábito. Si ve que sus padres leen y disfrutan y que demuestran valoración, interés y respeto por los libros, es muy posible que el niño haga lo mismo. No hay que olvidar que los niños aprenden con el ejemplo y nosotros somos su principal referente.

Es muy importante presentarle al niño los libros a través del juego y no como una obligación ya que el fin principal debe ser el disfrute.

Él es el protagonista del juego y decide cuando se termina para pasar a otra cosa.
Nuestro rol es en definitiva incentivar su deseo e interés personal por los libros. 

Para ello nuestra participación activa es fundamental.


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