Desde que las paquistaníes ya casi no
amamantan, por desinformación y por la costumbre de dar hierbas
y azúcar a sus hijos, casi la mitad de los niños sufren retraso de crecimiento
en el país.
A las madres se las incita a alimentar a sus bebés con té,
hierbas o con leche maternizada.
“En la cultura baluchi, alimentamos a los bebés con battri. Son unas
hierbas molidas en agua o en leche, y se las damos mañana y noche”, explica Mah
Pari, cuyo octavo embarazo se adivina apenas bajo una túnica amarilla bordada.
Mah Pari vive en una zona fértil de Beluchistán, en el
suroeste del país, pero su último hijo, Gul Mir,
llora de hambre en sus brazos. “Le di también té, azúcar y el pecho dos veces
por día”, bastante menos que lo recomendado.
En otras partes del país, a los recién nacidos se los
alimenta tradicionalmente con mantequilla
clarificada, miel o azúcar no refinada.
“Trabajo todo el día, no tengo tiempo para amamantar”,
explica Mah Pari,
convencida de que las decocciones tradicionales son mejores que su leche.
A los dos años, Gul Mir pesa cinco kilos, según la balanza
rústica del centro móvil de nutrición de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la
zona, lo que representa la mitad del peso ideal para su edad.
Por estas privaciones en una edad crítica, el niño tendrá
secuelas, posiblemente, toda la vida.
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