El sentimiento que nos embarga cuando nos encontramos en tal situación, con el agregado de intentar en vano disimular nuestra ridiculez ante la tan evidente torpeza, es el de hecho de saber, que esto que nos pasa, no es solamente privativo de nuestra obsecuencia, sino que ¡aleluya! Es lo que le ocurre o le ha ocurrido a un sinnúmero de nuestros semejantes.
“Las abuelas nos decían que "mal de muchos" era el consuelo de los tontos, con lo cual las viejitas querían decirnos que en la vida uno debe luchar por lo propio sin importar cómo le va a otro o a la mayoría.”
“Cuando en una comunidad ocurren calamidades, o tragedias, o situaciones dolorosas que tocan a gran cantidad de personas, algunas gentes se dirían "bueno, al menos no soy sólo yo" y no tratan de buscar una solución al problema, ni se acercan a dar la ayuda necesaria a quienes las necesitan.
Si te encuentras en una situación insatisfactoria, busca alguna posible solución, no te quedes como piedra sin hacer nada. Y si ves que puedes dar ayuda a quienes estén sufriendo ofréceles tu mano generosa”
Ahora no nos engañemos a nosotros mismos ni le agreguemos a la torpeza cometida una inaceptable falta de reconocimiento de culpa, lo que ocurre cuando sabemos que pueden ser muchos los que padecemos el mismo mal, es que encontramos un lugar donde nos podamos escabullir e intentar minimizar en algo los efectos negativos de lo que hemos hecho.
El fracaso cuando es colectivo no disminuye sus efectos y mucho menos es capaz de transmutarse en solidaridad a lo sumo lo que encontraremos es la oportunidad de sumarnos a una larga lista de perdedores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario