Para intentar compensar al argumento de la falta de
tiempo la criatura humana ha inventado a la ansiedad y desde que nos levantamos
hasta, muchas veces, demasiadas diría, altas horas de la noche, intentamos
vanamente apoderarnos de un tiempo que cada vez se nos parece más a “un tirano
cruel y despiadado” que se nos escurre entre los dedos de nuestras manos
como si fuese arena de la playa a la que pretendemos retener cerrando nuestros
puños.
“Señalan
que la ansiedad debe considerarse patológica “cuando "La ansiedad, la
preocupación o los síntomas físicos provocan malestar clínicamente
significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la
actividad." Es útil distinguir entre la ansiedad "estado", que
es episódica y transitoria, y la ansiedad "rasgo", que es persistente
y puede reflejar una personalidad "propensa a la ansiedad".
Si una
persona reacciona en alguna ocasión con altos niveles de ansiedad ante una
situación, ante la que otras no experimentan tanta ansiedad, se puede
considerar simplemente una reacción de alta intensidad, o aguda en un nivel no
demasiado alto, que es puntual y no extrema. Esto no suele suponer ningún
trastorno.
El problema
surge cuando esta forma de reacción aguda es excesivamente intensa, como en los
ataques de pánico o en las crisis de ansiedad (en los que la persona no puede
controlar su ansiedad y alcanza niveles extremos), o bien cuando dicha reacción
aguda se establece como un hábito, es decir, si una reacción de ansiedad de
alta intensidad se convierte en crónica, o se vuelve muy frecuente.”
La vida y
el tiempo no son rivales entre sí, todo lo contrario, entiendo que se
complementan para ayudarnos a disfrutar de esta etapa en la cual “el milagro de
la creación” nos permite, “a nosotros y al tiempo” ser
circunstancialmente, contemporáneos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario