martes, 3 de septiembre de 2019

Desconectados


Nos hemos tomado unos días de merecidas vacaciones durante los cuales haremos todo lo posible por “desconectarnos “bajar un cable a tierra que compense de algún modo el recalentamiento de nuestras neuronas las cuales en principio no abundan ni mantienen una adecuada condición de mantenimiento.

No obstante una cosa es lo que pretendemos hacer y otra lo que las circunstancias nos permitan realizar, no podemos omitir de que en esto de “tomar decisiones” no estamos solos en el asunto, convivimos desde hace mucho tiempo, demasiado diría yo, nosotros y lo que podríamos definir como “nuestras costumbres” las que a esta altura de los acontecimientos cuentan con hábitos tan arraigados que difícilmente estén dispuestas, nuestras costumbres, claro, a desprenderse voluntariamente  de hacer todo aquello que se les dé la gana.
Una clara demostración de esto que decimos  es que el “desenchufe” proyectado aparentemente no incluye el poder prescindir de nuestros habituales “encuentros con el teclado de nuestra pc” mediante los cuales intentamos hilvanar algunas frases que pudieran de algún modo lograr ciertos grados de coherencia expresiva como para que podamos  tomar la atribución de exhibirlos como una “expresión literaria”.

De manera que continuamos con nuestra tarea de teclear las letras de nuestro computador con la misma vehemencia conque lo haría un compositor sobre las notas de su instrumento con la única diferencia de que ahora no nos agobian exigencias de horarios o de multitud de tareas pendientes de ejecución, estamos libres de la rutina, se puede decir de que por unos pocos días declaramos  nuestra independencia al servicio obligatorio, eso sí, continuamos  convocando a las palabras para disfrutar juntos de unas merecidas vacaciones
.
Lo que sentimos, nuestras experiencias de vida, así como los latidos de nuestro corazón no se detienen, son un fluir constante, un manantial que se renueva así mismo brotando desde las mismas entrañas del alma.

El día, si es que llega ese día, en que sintamos que no tenemos nada más para decir, seguramente ese día, sin duda alguna, estaremos rematadamente muertos.


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