Es la parte del Todo que vive en cada uno de
nosotros y nos conecta al universo y sus principios. Nuestra Esencia, además,
es la fuente que nutre nuestra brújula interna y constituye la guía
principal que debe orientar nuestros pasos en la vida.
Cada persona es cuerpo, es mente y tiene un
carácter único e irrepetible. Pero cada persona es también Esencia. Ésta última
parte no es más que un testigo silencioso. Es la parte de la Gran Consciencia
que yace en nuestro interior y cuyo mayor anhelo es poder manifestarse en todo
su esplendor durante su existencia física.
Nuestra Esencia es la parte de nosotros mismos que
nos convierte a todos en hermanos, pues ésta forma parte de un mismo todo cuya
sabiduría infinita yace en el fondo de nuestro ser. Pero, a la vez, nuestra
Esencia es también aquello que nos hace diferentes, únicos e irrepetibles, pues
es allí donde yace la misión que cada uno de nosotros viene a cumplir en este
mundo. Una misión propia que cada cual debe encontrar y experimentar en el
juego de la vida a través de sus propias circunstancias, entorno y
posibilidades físicas.
De hecho, la vida no es más que un gran juego, un
gran teatro confeccionado para jugar y aportarnos las más variadas
experiencias. Nuestro cuerpo no es más que un medio para que nuestra Esencia
pueda experimentar dicho juego. Y la realidad física no es más que un grande e
inmenso decorado en el que jugar. Por tanto, juguemos, pero no nos preocupemos
tanto por lo externo, es decir, por el medio o por el decorado. Nuestro camino
y nuestros intereses deberían partir de nuestra Esencia y dirigirse hacia ella
a la hora de manifestarse en el mundo físico. Nunca al revés.
Puede que nuestro cuerpo cambie con el paso de los
años, al igual que también cambian nuestras circunstancias personales o la
forma cómo reaccionamos o nos comportamos ante los sucesos de la vida. Lo que no
cambia es nuestra Esencia, la parte inmutable y eterna del ser. Cuando discuto
con alguien sobre este tema, siempre doy el mismo argumento:
“Lo que la persona es, es. No cambia ni cambiará
nunca. Sin embargo, si definimos cambiar al hecho de manifestar algo latente
que no se manifestaba antes, entonces la persona sí cambia. Pero aquello nuevo
que ahora se manifiesta siempre estuvo, siempre estará. Y proviene del
potencial infinito que yace en lo más profundo de cada ser”
No hay comentarios:
Publicar un comentario