Visionario es un adjetivo que suele emplearse para
calificar a la persona que, gracias a su creatividad, su imaginación o
sus conocimientos, logra prever qué ocurrirá en el futuro.
El concepto, de este modo, se asocia a una cierta visión de los
acontecimientos que están por venir.
Por ejemplo: “Julio Verne era un visionario: en sus novelas
anticipó la creación del submarino y de las naves espaciales”, “Muchos
consideran que Steve Jobs fue un visionario que supo enfocar su negocio al
nuevo mercado tecnológico”, “No soy un visionario, simplemente
analizo la situación actual y saco conclusiones de cara al
futuro”.
Por lo general se llama visionario a todo aquel que, de alguna
forma, se adelanta a su tiempo. Tomemos el caso del dueño de una estación
de radio que, mientras todos sus competidores invertían en antenas, él decidió
volcarse a la transmisión vía Internet. Así, su radio fue la primera
estación de su ciudad que, a mediados de la década de 1990, empezó a
transmitir su programación a través de la Red.
Teniendo en cuenta el desarrollo del sector y que más tarde el resto de
las estaciones se sumaron a la tendencia, puede decirse que dicho hombre fue un
visionario.
No existe una fórmula mágica para convertirse en visionario, así como
tampoco es posible obtener un talento por medio de la voluntad: se trata
de algo con lo que se nace, y de hecho muy pocas personas lo tienen. Por otro
lado, no basta con tener una determinada habilidad, sino que es necesario
trabajar para desarrollarla y poder hacer uso de ella con mayor precisión y
efectividad.
Retomando uno de los ejemplos anteriores, Julio Verne es considerado uno
de los grandes visionarios de la historia, además de un escritor excepcional,
pero los fenómenos y las creaciones que anticipó a través de su arte no
surgieron como meros comentarios mientras sorbía su taza de café, sino que
reflejan el resultado de su trabajo y su dedicación, de su acercamiento a
aquellos temas que lo apasionaban para saber más y volar más allá de lo que
había sido inventado hasta su época.
De Steve Jobs también podemos decir que los mejores proyectos en los que
colaboró no se produjeron de un día para el otro, sino que surgieron de una
mágica combinación de la observación del mercado y de ideas innovadoras
para ofrecerle algo que aún no hubiera en circulación.
La visión de algo que no tiene precedentes no siempre conduce a un cambio
profundo en la sociedad, pero tampoco es correcto decir que si no lo consigue
entonces no se trata de algo verdaderamente valioso.
A lo largo de la historia algunas personas se apresuraron a
presentar sus ideas innovadoras al resto de la gente, o bien lo hicieron de la
manera equivocada, y esto generó que no triunfaran, e incluso que
fueran criticadas con severidad o que se pusiera en duda su talento.
Sin embargo, en ciertos casos no hizo falta más que tiempo para que la
situación se revirtiese, y esas ideas finalmente encontraran su lugar en el
plano de las grandes creaciones.
De esto podemos inferir que los grandes visionarios no solo han tenido
ideas brillantes y adelantadas a su época, sino que también han sabido
mostrarlas, aunque les haya tomado varios intentos. Como parte de la visión
debe existir el contexto social e histórico, el conocimiento de las
herramientas que necesita el entorno para comprenderla y aceptarla.
Las personas que se atribuyen poderes adivinatorios, como
tarotistas, profetas o adivinos, también pueden llamarse visionarios. Lo mismo
ocurre con los artistas que se convierten en precursores de estilos,
géneros o movimientos: “Un visionario japonés asegura que el fin del mundo
tendrá lugar en 2065”, “Miles Davis fue un músico visionario que
revolucionó el jazz”.
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